Todos conocemos la importancia de la comida en nuestras vidas. No es sólo una forma de sobrevivir, se sabe que es una cura para el mal humor, una identidad cultural y una forma de conectar con los demás. Los entusiastas de la alimentación afirman que la comida llega al alma, pero ¿sabías que también tiene vínculos con la mente?
Aquí tienes algunas conclusiones de investigaciones de experimentos de psicología alimentaria que te ayudarán a entender mejor tu comida y a ti mismo:
1. ¿Te sientes lleno? ¡No tienes forma de saberlo!
Tendemos a creer que la intensidad de nuestras punzadas de hambre determinan la cantidad de comida ingerida. Aunque es cierto, factores visuales como el tamaño del plato y las cucharas de servir también afectan a nuestra ingesta de alimentos.
2. La grasa es igual de mala? No necesariamente.
Está muy extendida la idea de que los alimentos con alto contenido en grasa son malos. Esto lleva a la gente a consumir grandes cantidades de alimentos bajos en grasa en contraposición a pequeños bocadillos que contienen grasa. Al ser de mayor tamaño, la comida baja en grasas aporta más calorías.
3. ‘No es sólo un almuerzo’, ¡evita los celos!
Si almuerzas con tu ex, afecta más a tu pareja que en caso de tomar un café o hablar por teléfono. Comer juntos es una forma de estrechar lazos y almorzar puede desencadenar los celos .
4. A medida que envejecemos, el gusto se desvanece.
Con la edad, la sensación del gusto se debilita y la gente puede necesitar entre 2 y 9 veces más condimentos como la sal para experimentar el sabor real. Esto sucede debido a la disminución de las papilas gustativas y a la pérdida del sentido del olfato, que es crucial para el sabor que uno experimenta.
5. Según el contexto, la comida sabe diferente.
Hay alimentos que uno puede comer o rechazar en función del contexto . El sabor que percibimos de lo que tenemos delante está influenciado por la hora del día, las personas que nos rodean y el lugar en el que nos encontramos, entre otros.
6. Lo que pides está influenciado por la salud del servidor.
Las personas que están a dieta son más propensas a comer de forma poco saludable si la comida es servida por una persona gorda. Esto proviene de su pensamiento inconsciente de que si esta persona gorda puede comer, ellos también. El tipo de cuerpo del servidor actúa como un permiso para comer en exceso.
7. Nuestro comer más tiene vínculos sociales.
La sociedad influye en cuánto comemos. Tendemos a comer más si la gente que nos rodea come más. Además, las normas sociales pueden dictar nuestra alimentación. Por ejemplo, los hombres musculosos hacen grandes comidas con muchas proteínas y las mujeres toman comidas pequeñas.
8. Los hábitos anulan las intenciones de comer.
En promedio, lo que terminamos comiendo es producto de nuestros hábitos que de nuestras preferencias o intenciones. Las situaciones de nuestra vida diaria configuran nuestros hábitos alimentarios y, nos guste o no, tendemos a comer de acuerdo con ellos.
9. Comer distraído lleva a comer en exceso.
El simple hecho de engullir comida mientras nuestra mente divaga tiende a hacernos comer más. Por ejemplo, comer mientras mantenemos una conversación o vemos la televisión. En cambio, comer con atención es más placentero y satisfactorio.
10. La supresión de los pensamientos sobre la comida provoca atracones.
Las personas conscientes de su salud que hacen dieta regularmente y suprimen los pensamientos sobre la comida habitualmente son más vulnerables a ceder a los antojos de comida que conducen a los atracones.
11. Si es saludable, ¡puedo comer más!
La gente tiende a percibir el mismo alimento como saludable o insalubre dependiendo de lo que se les haga creer y tienden a comer más en el caso de que se le llame saludable. Piensan que los alimentos saludables se pueden consumir en grandes cantidades.
12. Los alimentos totalmente grasos garantizan el buen sabor.
Una persona a dieta puede encogerse ante los alimentos llenos de grasa, pero seguro que piensa que son sabrosos. Esto tiende a hacer que la gente coma menos si encuentra la comida deliciosa.
13. Comer sano es el truco para ser feliz.
Una dieta saludable puede realmente levantar el ánimo y mejorar el estado de ánimo . Las personas que comen frutas y verduras tienen una vida más satisfecha y feliz.
14. Uno tiende a comer de forma poco saludable cuando se siente decaído.
Comer emocionalmente es cuando comemos por nuestro estado de ánimo, no por el hambre. Nuestras emociones negativas hacen que busquemos alimentos ricos en grasas y azucarados y tendemos a sustituir las comidas adecuadas por tentempiés.
15. Lo que piden los demás nos hace volver a echar un vistazo al menú.
Sucede que nos decidimos a comer algo y cuando oímos que otros piden lo mismo, nos decantamos por otro elemento. Esto surge de nuestro deseo de destacar y expresar nuestra individualidad a través de una elección de comida diferente.
16. ¡Los pequeños cambios triunfan sobre las extrañas dietas de choque!
Hacer pequeños cambios en tus hábitos alimenticios puede llegar muy lejos. Hay que desarrollar el hábito de usar platos más pequeños, no comer directamente de los paquetes, dejar los cubiertos entre bocado y bocado, etc., en lugar de entregarse a dietas duras para perder peso.
17. Probar todo tipo de alimentos es una cuestión de imagen personal.
Hay algunos alimentos tan extraños que hacen que la gente se cuestione quién comería eso. Y sí, algunos los probamos en nombre de la experimentación y la exploración. La motivación subyacente aquí es la de ser reconocido por ser diferente y atrevido por lanzarse a nuevas experiencias.
18. La comida elegante siempre es buena.
Algunos nombres y etiquetas de alimentos suenan tan novedosos y exquisitos que tendemos a asignarles altas expectativas de sabor. Esto afecta a cómo encontramos su sabor en la realidad.
¡Alimento para pensar y pensamiento para comer!