Ningún padre quiere vivir con rabietas: son agotadoras, molestas y, además, vergonzosas. Te explicamos cómo domar esas rabietas, incluso antes de que empiecen
La disciplina no siempre debe consistir en arreglar algo que ha salido mal: también puede consistir en cambiar la forma de hacer las cosas por adelantado para evitar que se produzcan problemas. Aunque no puede evitar que su hijo tenga una rabieta, hay muchas cosas que puede hacer para reducir sustancialmente su frecuencia e intensidad.
Córtela de raíz
A menudo, cuando un niño tiene una rabieta, el problema que desencadenó el comportamiento tiene poco que ver con algo que requiera disciplina. Al igual que los adultos que están de mal humor o tienen dolor de cabeza pueden gritar o refunfuñar, los niños pueden estar luchando con emociones que les hacen responder de forma negativa.
En esencia, la cuestión no es siempre cómo disciplinar a los niños, sino cómo cambiar el entorno para ayudarles a ganar control sobre sus emociones. Algunos de los problemas más comunes que hacen que los niños actúen de forma negativa son el hambre, el cansancio, la frustración, el aburrimiento o la sobreestimulación.
Una vez que identifique la verdadera razón que se esconde detrás de las acciones de su hijo, a menudo podrá resolverlo a la primera señal de comportamiento negativo, antes de que su hijo se disuelva en una rabieta en toda regla.
Ofrecer opciones
Esta es una herramienta muy eficaz que puede evitar que las rabietas siquiera comiencen. Es útil como método para mover a tu hijo en la dirección que necesitas, sin tener que lidiar con que se atrinchere. Su funcionamiento es sencillo. Sustituya las órdenes directas, como «ponte el pijama ahora mismo» (que a menudo desencadena una batalla), por una elección que impulse a su hijo a avanzar, como «¿qué quieres hacer primero, ponerte el pijama o cepillarte los dientes?» o «¿quieres saltar al baño como un conejito o gatear como un cachorro?»
Jugar a la cooperación
Los niños ven la vida como un juego, así que ¿por qué no aprovecharlo? Casi cualquier tarea puede convertirse en un juego. Algunas pueden ser una solución puntual; otras pueden convertirse en parte de su rutina habitual. ¿Sabes cuál es la respuesta típica de tu hijo cuando le ordenas «recoge tus juguetes y ponlos en la caja»? Imagina la respuesta si le dices «¡Apuesto a que puedo recoger todos los coches azules antes de que tú recojas los rojos! Preparados, listos, ya!»
En lugar de «deja tu juguete y vete al orinal ahora», ¿qué tal esta divertida alternativa: «aquí viene el tren del orinal. ¡¡Chooo! Chooo! Todos a bordo!» Estos sencillos juegos pueden alterar su comunicación de forma eficaz para evitar las rabietas.
Canta una canción
A los niños les encanta que les pongan música a las cosas, así que crea canciones que se utilicen como señales para determinadas tareas: una canción de limpieza que tenga lugar cada vez que se recojan y guarden los juguetes, una canción para vestirse o una canción que llame a tu hijo a la mesa.
Cuenta un cuento
A los niños les encantan los cuentos. Los cuentos mantienen su atención y a menudo consiguen que hagan de buena gana lo que usted quiere. Se pueden utilizar para evitar el aburrimiento, preparar a un niño para un evento próximo o mantenerlo concentrado en la tarea que está realizando. Los cuentos pueden contarse con antelación a cualquier acontecimiento para que el niño sepa lo que va a suceder y para evitar problemas y rabietas cuando se produzca el acontecimiento real.
Por ejemplo: para preparar una visita a casa de los abuelos, se puede contar un cuento sobre un niño que va a cenar a casa de la abuela: cómo dice por favor y gracias y se comporta bien, y cómo hace que sus abuelos se sientan orgullosos y felices.
Hazte el tonto
A menudo los padres están tan centrados en pasar el día que su rígida presentación incita a rabietas fácilmente evitables. El humor -como fingir una caída, hablar de forma exagerada o poner acentos divertidos- puede crear a menudo un momento de alegría. Ser tonto -como poner el calcetín del niño en su mano en vez de en su pie mientras le visten- suele provocar una carcajada, junto con la cooperación deseada.
Avisar con tiempo
Cuando los niños están inmersos en el juego, suelen poner todo su ser en la actividad. Debido a esta intensidad, puede ser muy difícil para un niño cambiar de una actividad a otra sin hacer antes un ajuste mental.
Cuando un niño está en medio de un juego y uno de sus padres le llama para cenar, es un niño poco habitual que pueda dejarlo todo inmediatamente y correr a la mesa. Puede ayudar a sus hijos a cambiar de actividad dándoles tiempo para procesar el cambio mentalmente antes de seguirlo físicamente. Antes de esperar que sus hijos actúen, avise con cinco minutos de antelación, luego con tres y finalmente con un minuto. Este aviso previo puede evitar la crisis que puede producirse con un anuncio repentino y sorprendente.
Use palabras positivas
Algunas de las palabras más utilizadas en la crianza de los hijos son «no», «no» y «basta». Son necesarias, por supuesto, pero cuando estas palabras se utilizan en exceso pueden crear más problemas de los que resuelven. Intenta guardar estas palabras para cuando sean necesarias. Cuando sea posible, elija palabras más positivas como «¿quieres, por favor…?» o «me gustaría que…»
Diga a su hijo lo que quiere, en lugar de lo que no quiere. Así, en lugar de «¡no saltes sobre los muebles!», explícale «los muebles son para sentarse. Por favor, siéntate aquí o vete fuera a saltar».
La crianza creativa significa menos rabietas
Todas estas técnicas pueden utilizarse para evitar las rabietas y para ayudar a llenar sus días de más alegría y comunicación agradable. Requieren reflexión y práctica, pero una vez que sientas los felices resultados, sabrás que vale la pena
Si las rabietas ocurren…
Con todas las estrategias anteriores puestas en práctica, es probable que los padres tengan una vida relativamente libre de rabietas. Pero tiene sentido tener algunas ideas bajo la manga para saber cómo afrontarlas.
Un episodio menor
Intenta ignorar las rabietas menores yendo a otra habitación o simplemente continuando con tus propias tareas.
Utiliza técnicas para calmarte y reducir tus propios niveles de estrés: respiración profunda, relajación de los músculos, conversaciones positivas dentro de tu cabeza: «Voy a mantener la calma».
Si ignorar no ha funcionado, algunos niños pueden ser sacados de un episodio. Diga algo como «ya es hora de parar, voy a contar hasta 10» y luego elógielo y acarícielo si la rabieta cesa.
En el supermercado, a veces es mejor coger a su hijo y salir a la calle para reducir la vergüenza.
Para una rabieta realmente importante, se necesitan otras tácticas
Habla con calma, diciendo cosas como «estoy aquí, no dejaré que te hagas daño».
Agarra a tu hijo con fuerza, preferiblemente estableciendo contacto visual.
A veces sólo tienes que capear el temporal hasta que tu hijo se calme.
El «tiempo fuera» puede ayudar si te resulta imposible mantener la calma. El tiempo muerto consiste en poner al niño en un lugar seguro pero aburrido (por ejemplo, un corralito, un cochecito o el último escalón) durante un par de minutos. Nunca debe forzarse en caso de enfado y los menores de 3 años no lo entienden realmente. Lo mejor es que los padres lo hagan ellos mismos.
La reconocida experta en crianza Elizabeth Pantley es autora de varios libros, entre ellos The No-Cry Sleep Solution: Gentle Ways to Help Your Baby Sleep Through the Night, The No Cry Potty Training Solution: Formas suaves de ayudar a tu hijo a decir adiós a los pañales y The No-Cry Discipline Solution: Gentle Ways to Encourage Good Behaviour Without Whining, Tantrums and Tears.
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