Diez cosas que debes saber sobre el maíz y el trigo

Al llegar el calendario al 16 de octubre, es hora de celebrar el Día Mundial de la Alimentación. En el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), le ofrecemos algunos datos que debe conocer sobre el maíz y el trigo, dos de los cultivos más importantes del mundo.

Suscríbase a nuestras actualizaciones por correo electrónico para estar al tanto de las últimas investigaciones y noticias.

Millones de personas comen maíz y trigo.

El trigo es consumido por 2.500 millones de personas en 89 países. Alrededor de mil millones de ellas viven con menos de 1,90 dólares al día y dependen del trigo como alimento principal.

El maíz es el alimento básico preferido por 900 millones de consumidores pobres y el cultivo alimentario más importante en el África subsahariana.

Según cifras de 2017, el maíz se cultiva en 197 millones de hectáreas. El trigo ocupa 218 millones de hectáreas, una superficie mayor que la de Francia, Alemania, Italia, España y el Reino Unido juntos. La cosecha anual total de estos dos cultivos asciende a unos 1.900 millones de toneladas de grano.

Una niña come un roti recién hecho mientras las mujeres de su familia preparan más, en su casa del pueblo de Chapor, en el distrito de Dinajpur, Bangladesh. (Foto: S. Mojumder/Drik/CIMMYT)
Una niña come un roti recién hecho mientras las mujeres de su familia preparan más, en su casa del pueblo de Chapor, en el distrito de Dinajpur, Bangladesh. (Foto: S. Mojumder/Drik/CIMMYT)

De las 300.000 especies de plantas comestibles que se conocen, sólo 3 aportan alrededor del 60% de nuestras calorías y proteínas: el maíz, el trigo y el arroz.

Alrededor de 300.000 especies de plantas de la Tierra podrían comerse, pero los seres humanos sólo comen 200 especies en todo el mundo.

Aproximadamente el 75% de los alimentos del mundo se generan a partir de sólo 12 plantas y 5 especies animales. De hecho, más de la mitad de nuestras proteínas y calorías de origen vegetal proceden de sólo tres especies: el maíz, el arroz y el trigo.

Los agricultores Kanchimaya Pakhrin y su vecino Phulmaya Lobshan desbrozan el lecho de plántulas de arroz sembrado a máquina en Purnabas, Kanchanpur, Nepal. (Foto: P. Lowe/CIMMYT)
Las agricultoras Kanchimaya Pakhrin y su vecina Phulmaya Lobshan desbrozan un lecho de plántulas de arroz sembrado a máquina en Purnabas, Kanchanpur, Nepal. (Foto: P. Lowe/CIMMYT)

El CIMMYT gestiona las colecciones de maíz y trigo más diversas de la humanidad.

El banco de germoplasma de la organización, también conocido como banco de semillas, es el centro de su investigación sobre el cultivo. Este notable catálogo vivo de diversidad genética está compuesto por más de 28.000 colecciones únicas de semillas de maíz y 150.000 de trigo.

Desde sus programas de mejora, el CIMMYT envía cada año medio millón de paquetes de semillas a 800 socios de 100 países. Junto con los investigadores y los agricultores, el centro también desarrolla y promueve métodos y herramientas de cultivo de maíz y trigo más productivos y precisos que ahorran dinero y recursos como el suelo, el agua y los fertilizantes.

Los estantes llenos de muestras de semillas de maíz conforman la colección activa de maíz en el Centro de Recursos Fitogenéticos Wellhausen-Anderson en la sede mundial del CIMMYT en Texcoco, México. Las características del banco a prueba de desastres incluyen gruesos muros de hormigón y sistemas de energía de reserva. (Foto: Xochiquetzal Fonseca/CIMMYT)
Los estantes llenos de muestras de semillas de maíz conforman la colección activa de maíz en el Centro de Recursos Fitogenéticos Wellhausen-Anderson en la sede mundial del CIMMYT en Texcoco, México. Las características del banco a prueba de desastres incluyen gruesos muros de hormigón y sistemas de energía de reserva. (Foto: Xochiquetzal Fonseca/CIMMYT)

El maíz y el trigo son fundamentales para la renovación del sistema alimentario mundial.

En 2010, la agricultura representó alrededor de una cuarta parte de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.

Las variedades de maíz y trigo de alto rendimiento y resistentes al clima, junto con un uso más eficiente de los recursos, son un componente clave de la intensificación sostenible de la producción de alimentos necesaria para transformar el sistema alimentario mundial.

Miguel Ku Balam (izquierda), del estado mexicano de Quintana Roo, cultiva el sistema tradicional de la milpa mesoamericana. El nombre de mi familia, Ku Balam, significa
Miguel Ku Balam (izquierda), del estado mexicano de Quintana Roo, cultiva el sistema tradicional de la milpa mesoamericana. «El nombre de mi familia, Ku Balam, significa ‘Dios Jaguar’. Vengo de la cultura maya», explica. «Los mayas cultivamos la milpa para subsistir. No lo hacemos como un negocio, sino como parte de nuestra cultura, algo que heredamos de nuestros padres.» (Foto: Peter Lowe/CIMMYT)

Debemos aumentar el rendimiento del maíz y del trigo para seguir alimentando al mundo.

Para el año 2050, habrá unos 9.700 millones de personas viviendo en la Tierra. Para satisfacer la creciente demanda de una población cada vez más numerosa y una dieta cambiante, el rendimiento del maíz debe aumentar al menos un 18% y el del trigo un 15% de aquí a 2030, a pesar de los climas más cálidos y las precipitaciones más irregulares.

Los agricultores caminan por un campo de trigo en el distrito de Lemo, Etiopía. (Foto: P. Lowe/CIMMYT)
Los agricultores caminan por un campo de trigo en el distrito de Lemo, Etiopía. (Foto: P. Lowe/CIMMYT)

La agricultura climáticamente inteligente permite obtener mayores rendimientos con menos emisiones de gases de efecto invernadero.

Décadas de investigación y aplicación por parte de científicos, extensionistas, especialistas en maquinaria y agricultores han perfeccionado prácticas que conservan los recursos de suelo y agua, mejoran los rendimientos en condiciones más cálidas y secas, y reducen las emisiones de gases de efecto invernadero y la contaminación asociada al cultivo de maíz y trigo en África, Asia y América Latina.

Kumbirai Chimbadzwa (izquierda) y Lilian Chimbadzwa en su campo de cultivo de abono verde. (Foto: Shiela Chikulo/CIMMYT)
Kumbirai Chimbadzwa (izquierda) y Lilian Chimbadzwa en su campo de cultivo de cobertura con abono verde. (Foto: Shiela Chikulo/CIMMYT)

El trigo integral es bueno para la salud.

Una revisión exhaustiva de la investigación sobre los granos de cereales y la salud ha demostrado que el consumo de granos integrales, como el pan de trigo integral y otras fuentes excepcionales de fibra dietética, es beneficioso para la salud humana y se asocia con un menor riesgo de cáncer y otras enfermedades no transmisibles.

Según este estudio, el consumo de cereales integrales se asocia a un menor riesgo de enfermedad coronaria, diabetes, hipertensión, obesidad y mortalidad general. El consumo de cereales integrales y refinados es beneficioso para la salud del cerebro y se asocia a un menor riesgo de padecer diversos tipos de cáncer. También se ha demostrado que, para la población en general, las dietas sin gluten o sin trigo no son intrínsecamente más saludables y, de hecho, pueden poner a las personas en riesgo de sufrir deficiencias alimentarias.

Pan de trigo integral. (Foto: Rebecca Siegel/Flickr)
Pan integral de trigo. (Foto: Rebecca Siegel/Flickr)

El maíz y el trigo biofortificados combaten el «hambre oculta»

El «hambre oculta» es la falta de vitaminas y minerales. Más de 2.000 millones de personas en todo el mundo son demasiado pobres para permitirse una dieta variada y no pueden obtener suficientes nutrientes críticos de sus alimentos básicos.

Para ayudar a resolver este problema, el CIMMYT -junto con HarvestPlus y sus socios en 18 países- está promoviendo más de 60 variedades de maíz y trigo cuyo grano contiene más micronutrientes esenciales como el zinc y la provitamina A. Estas variedades biofortificadas son esenciales en la lucha contra el «hambre oculta».

Un estudio de 2015 publicado en The Journal of Nutrition descubrió que el maíz naranja biofortificado con vitamina A mejora significativamente las funciones visuales de los niños, como la visión nocturna. (Foto: Libby Edwards/HarvestPlus)
Un estudio de 2015 publicado en The Journal of Nutrition descubrió que el maíz naranja bioenriquecido con vitamina A mejora significativamente las funciones visuales de los niños, como la visión nocturna. (Foto: Libby Edwards/HarvestPlus)

53 millones de personas se benefician del maíz tolerante a la sequía.

El maíz tolerante a la sequía desarrollado por el CIMMYT y sus socios mediante el fitomejoramiento convencional proporciona al menos un 25% más de grano que las variedades convencionales en condiciones de sequía en el África subsahariana, lo que supone hasta una tonelada más de grano por hectárea de media.

Estas variedades se cultivan ahora en casi 2,5 millones de hectáreas, beneficiando a unos 6 millones de hogares o 53 millones de personas.

Un estudio muestra que las variedades de maíz tolerantes a la sequía pueden proporcionar a las familias agricultoras de Zimbabue 9 meses más de alimentos sin coste adicional.

10. El maíz con proteínas de calidad está ayudando a reducir la desnutrición infantil.

Desarrollado por el CIMMYT durante las décadas de 1970 y 1980 y galardonado con el Premio Mundial de la Alimentación 2000, el maíz proteico de calidad presenta mayores niveles de lisina y triptófano, aminoácidos esenciales que pueden ayudar a reducir la malnutrición en los niños cuya dieta depende en gran medida del maíz.

Dos niñas comen maíz biofortificado en Mukushi, Zambia. (Foto: Silke Seco/DFID)
Dos niñas comen maíz biofortificado en Mukushi, Zambia. (Foto: Silke Seco/DFID)

¿Le ha gustado? Suscríbase a nuestras actualizaciones por correo electrónico para estar al tanto de las últimas investigaciones y noticias relacionadas con la agricultura del maíz y el trigo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.