Pocas mujeres, y mucho menos de ascendencia japonesa-americana, trabajaban en el campo de la biología marina, dominado por los hombres, poco después de la Segunda Guerra Mundial. La Dra. Eugenie Clark cambió todo eso. Una pionera científica que contribuyó en gran medida al conocimiento de los tiburones y otros peces, Clark trabajó para mejorar la reputación de los tiburones ante el público. Y lo que es más importante, desafió los estereotipos que rodean a las mujeres en la ciencia, demostrando que éstas tienen mucho que aportar a la comunidad científica.
Vida temprana y educación
Nacida en Nueva York el 4 de mayo de 1922, Clark aprendió a nadar antes de cumplir los dos años. A menudo atribuía a sus visitas infantiles al Acuario de Nueva York el fomento de su pasión por el mundo acuático, junto con su herencia japonesa y el papel central del mar en la cultura japonesa.
A principios de la década de 1940, Clark estudió ictiología, la rama de la biología dedicada al estudio de los peces. Tras una investigación de posgrado en el Pacífico Sur, aceptó un trabajo en el Instituto Scripps de Oceanografía en San Diego, California. En Scripps aprendió a bucear, una habilidad que Clark utilizó continuamente a lo largo de su carrera en la investigación oceánica.
De «Dra. Clark» a «La dama de los tiburones»
En 1950, Clark obtuvo su doctorado en la Universidad de Nueva York con una investigación sobre la reproducción en vivo de platys y peces cola de espada. Ese mismo año, como becaria Fulbright, Clark realizó investigaciones en las aguas prácticamente inexploradas del Mar Rojo desde la Estación Biológica Marina de Al-Ghardaqah, en Egipto. Sus memorias sobre su estancia allí, Lady with a Spear (1953), fueron un éxito de ventas internacional.
Clark descubrió varias especies de peces, entre ellas el Trichonotus nikii, un buceador de arena del Mar Rojo que lleva el nombre de su hijo Nikolas, y el lenguado del Mar Rojo (Pardachirus marmoratus), que produce un repelente natural para los tiburones. Su pasión, sin embargo, era estudiar a los tiburones y disipar los mitos y temores sobre ellos mediante la educación. Fue Clark quien descubrió que algunas especies de tiburones no tienen que nadar continuamente para respirar. Su trabajo con los «tiburones dormidos» en México supuso un gran avance en la comprensión del comportamiento y la biología de los tiburones. Sus esfuerzos le valieron el nombre no oficial, pero ampliamente utilizado, de «la dama de los tiburones».
La carrera de Clark, que abarcó medio siglo, incluyó el trabajo con la Sociedad Zoológica de Nueva York (ahora la Sociedad de Conservación de la Vida Silvestre), el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York y la Institución Oceanográfica de Woods Hole en Massachusetts. En 1955, fundó el Laboratorio Marino de Cape Haze en Sarasota, Florida. Conocido hoy en día como Laboratorio Marino Mote, su objetivo se ha ampliado desde la investigación sobre los tiburones hasta la pesca salvaje, la restauración de los arrecifes de coral, los mamíferos marinos, la investigación biomédica marina y otros campos relacionados.
En 1968, la Dra. Clark se incorporó al cuerpo docente de la Universidad de Maryland, donde enseñó biología marina hasta su jubilación en 1992. Clark dio conferencias en todo el mundo para promover una mayor comprensión de los tiburones y el medio ambiente marino, y también escribió extensamente para National Geographic y otras publicaciones.
Un legado duradero
Eugenie Clark realizó su última inmersión en junio de 2014. Murió el 25 de febrero de 2015, a la edad de 92 años. Deja un legado que informará a sus compañeros científicos y a los amantes del océano durante generaciones. El 16 de marzo de 2015, el Congreso de Estados Unidos honró y reconoció a título póstumo a la Dra. Clark por sus esfuerzos para comprender y preservar el reino de los océanos.