Las anomalías endometriales se diagnostican a menudo en mujeres con una historia de sangrado uterino anormal. El diagnóstico diferencial entre lesiones endometriales focales y globales se ha visto facilitado por el uso de la sonohisterografía con contraste salino, que ha demostrado ser más eficaz que la ecografía transvaginal en modo B no mejorada1. Las lesiones endometriales focales más comunes son los pólipos endometriales benignos. Sin embargo, el carcinoma endometrial también puede presentarse como una lesión polipoide focal dentro de la cavidad uterina. En las mujeres premenopáusicas, el diagnóstico diferencial también incluye los fibromas submucosos, que a veces sobresalen en la cavidad uterina, formando lesiones similares a pólipos.
Los pólipos endometriales múltiples se encuentran en aproximadamente el 20% de los casos2. Sin embargo, es inusual encontrar más de dos o tres pólipos en casos individuales. Un gran número de pólipos concomitantes, lo que a veces se denomina «poliposis endometrial», es una rareza. Aquí presentamos un caso de endometrio polipoide, que se asemejaba a una poliposis endometrial en la ecografía transvaginal.
Una mujer de 39 años acudió a una ecografía con antecedentes de hemorragia intermenstrual e infertilidad primaria. Doce años antes se había sometido a una colposcopia y a una biopsia cervical, pero sus citologías fueron normales después de esto. En 2001 se sometió a una histeroscopia y a una polipectomía. Siguió teniendo hemorragias intermenstruales, pero otra histeroscopia en 2003 no reveló anomalías endometriales. Gozaba de buena salud general y no tomaba ninguna medicación regular. Su perfil hormonal de referencia era normal.
En la ecografía se observó un pequeño mioma subseroso que no afectaba a la cavidad uterina. En la ecografía en modo B, el endometrio parecía irregular y el eco de la línea media estaba alterado. En el examen Doppler, el endometrio parecía poco vascularizado. Los ovarios eran normales.
Se realizó una sonohisterografía tridimensional con contraste salino que reveló más de 20 lesiones polipoides que surgían del endometrio (Figura 1). Se hizo un diagnóstico provisional de poliposis endometrial y se reservó a la paciente para una histeroscopia y una polipectomía. En la histeroscopia se confirmó el diagnóstico de múltiples pólipos endometriales, que fueron extirpados con éxito mediante tijeras histeroscópicas y pinzas para pólipos. El informe histológico confirmó la presencia de múltiples fragmentos de endometrio polipoide. Sin embargo, en el examen microscópico, el endometrio mostraba un patrón de secreción normal, sin evidencia de pólipos, hiperplasia o malignidad.
Estos hallazgos ecográficos e histológicos fueron muy inusuales y no pudimos encontrar casos similares en la literatura. Chang et al.3 han descrito recientemente un caso de poliposis endometrial en una mujer infértil de 27 años. En la histeroscopia se extirparon un total de 38 pólipos endometriales, todos ellos con núcleos fibrosos que contenían vasos sanguíneos de paredes gruesas. Aunque la relación entre los pólipos endometriales y la infertilidad no está clara, los autores plantean la hipótesis de que la presencia de un gran número de pólipos puede disminuir las posibilidades de éxito de la implantación. Esto podría deberse a la alteración del entorno intrauterino causada por el sangrado intermenstrual o a que los embarazos se implanten directamente en el pólipo.
En nuestro caso, el endometrio parecía histológicamente normal y su arquitectura vascular no estaba alterada. Por lo tanto, nuestro caso puede describirse mejor como «pseudopoliposis endometrial». El examen morfológico del endometrio mediante sonohisterografía con contraste salino no pudo diferenciar entre los verdaderos pólipos endometriales y la pseudopoliposis. El examen con Doppler color puede ser más útil, ya que permite detectar el «signo del pedículo vascular», que es diagnóstico de pólipos endometriales4. Ninguna de las lesiones polipoides de nuestro caso tenía el signo del pedículo positivo, lo que concuerda con los hallazgos histológicos.
Es difícil especular sobre el significado clínico de esta condición. Sin embargo, la historia de la mujer de sangrado intermenstrual persistente indica que la apariencia polipoide del endometrio puede haber sido acompañada por un grado de deterioro funcional. La hemorragia intermenstrual de nuestra paciente se resolvió brevemente tras la histeroscopia, pero volvió a aparecer unos meses después. El aspecto polipoide del endometrio se visualizó de nuevo en el examen de seguimiento, tanto en la fase proliferativa como en la secretoria de su ciclo. En el momento de redactar este informe, seguía sin poder concebir y ha sido remitida a una clínica especializada en infertilidad para seguir el tratamiento. El dispositivo intrauterino Mirena, que provoca atrofia endometrial, puede ser un tratamiento eficaz para la pseudopoliposis endometrial recurrente en mujeres sintomáticas. Sin embargo, esto no era una opción para nuestra paciente, ya que su prioridad era quedarse embarazada.
En conclusión, hemos descrito un caso inusual de endometrio polipoide, que se detectó con éxito utilizando sonohisterografía con contraste salino. El Doppler color puede facilitar el diagnóstico diferencial entre los verdaderos pólipos endometriales y la pseudopoliposis. Sin embargo, el significado clínico de ambas condiciones sigue siendo desconocido.