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Las iguanas verdes maduras tienen un color que va desde el verde grisáceo hasta un tono rojizo apagado, mientras que los juveniles son de color verde brillante. Los machos adultos tienen un colgajo especial de piel llamado papada que cuelga de su barbilla. Al extender la papada pueden parecer más grandes para impresionar a las hembras o para asustar a posibles depredadores como los halcones. Los machos también tienen espinas largas y suaves que recorren la longitud de su cuerpo; las espinas desgarradas indican un macho con una posición baja en la jerarquía de apareamiento.
Las iguanas verdes son diurnas y arborícolas, lo que significa que son activas durante el día y viven en los árboles. Los adultos son casi exclusivamente herbívoros y se alimentan de hojas, flores, frutos y algún pequeño vertebrado o insecto. Las iguanas son hábiles nadadoras y no es raro que se encuentren en aguas profundas o lejos de la orilla, a veces incluso nadando hasta el océano.
Hábitat:
La iguana verde habita en una amplia zona, de forma natural desde México hasta las islas del Caribe y hasta Brasil. La especie fue introducida en el sur de Florida, donde ahora se considera asilvestrada (doméstica convertida en salvaje). En Costa Rica, la iguana verde se encuentra a lo largo de las costas del Pacífico y el Caribe, así como en el centro-norte del país. Los visitantes tendrán buena suerte viendo estos grandes lagartos cerca de Arenal, Tortuguero, alrededor de la Península de Osa, Manuel Antonio, y a lo largo de la Costa de Oro de Guanacaste.
Las iguanas verdes viven en los bosques tropicales de tierras bajas, tanto en lo profundo de la vegetación como a lo largo del borde del bosque, donde la cubierta vegetal es menos densa. La especie también es común en los bosques secos de las tierras bajas. Las iguanas verdes son en su mayoría solitarias y suelen encontrarse cerca del agua. Suelen vivir en el dosel del bosque, a unos 65-100 pies de altura, y son capaces de sobrevivir ilesas a una caída de 50 pies. Durante el tiempo fresco y húmedo, las iguanas verdes suelen bajar de las copas de los árboles en busca de calor.
Reproducción:
En Costa Rica, los machos maduros establecen límites territoriales en octubre, poco antes de que comience la temporada de apareamiento. Los machos defienden su territorio mediante demostraciones físicas de superioridad; en una lucha de iguanas, ambos machos dan vueltas mientras sisean y azotan sus colas, hasta que finalmente entran en contacto físico. El ganador se lleva el botín: el territorio y sus hembras.
Cada territorio de apareamiento alberga a cuatro hembras maduras. Las iguanas macho son polígamas y cortejan a las cuatro hembras durante la temporada de apareamiento. El cortejo generalmente dura un mes antes de la cópula, y conlleva la extensión de la papada, el balanceo de la cabeza y cambios de color debido a las hormonas sexuales. Dos semanas antes del apareamiento, el macho se une a una hembra específica.
El apareamiento tiene lugar durante las primeras seis semanas de la estación seca, generalmente a partir de mediados de noviembre. Las hembras preñadas ponen sus huevos en nidos profundos construidos a un pie de profundidad. No es infrecuente la anidación comunitaria. Las nidadas contienen entre 20 y 71 huevos y se incuban durante 65-115 días; la eclosión se produce entre abril y junio. Las iguanas recién nacidas miden entre 5 y 7 centímetros de largo y pasan sus primeras semanas tomando el sol durante el día y moviéndose entre las ramas bajas de los árboles por la noche. Las iguanas verdes juveniles no son solitarias, sino que a menudo se agrupan en grupos de 10 a 20 por la noche. Alcanzan la madurez sexual a los tres años de edad.
Estado en la naturaleza:
Las iguanas verdes se consideran en peligro de extinción en Costa Rica, y no pueden ser comercializadas. Los científicos deben obtener permisos especiales de las agencias gubernamentales de Costa Rica para recolectar especímenes. Aunque antes era una práctica común, hoy en día es ilegal matar y comer iguanas verdes salvajes. En Costa Rica existen varios proyectos de conservación de iguanas verdes; la Fundación Pro Iguana Verde es quizá el más conocido. Fundada por la Dra. Dagmar Werner, la fundación, situada en Orotina (cerca de Puntarenas), trabaja con los agricultores locales para educar al público y crear zonas de amortiguación -una combinación de áreas abiertas, árboles y maleza- para proteger el hábitat de la iguana verde. Durante los primeros cinco años de la fundación se han criado y liberado más de 80.000 iguanas verdes.