Jayavarman VII

Programa de construcción de Jayavarman

Durante su reinado Jayavarman continuó con sus actividades militares, poniendo bajo su control Champa, el sur de Laos y partes de la península malaya y Birmania. Pero cada vez más dedicó sus energías y capacidades organizativas al tipo de proyectos de construcción religiosa y religioso-política que habían llevado a cabo sus antecesores reales. Construyó un gran número de nuevos e impresionantes templos, incluyendo el Bayon, un templo piramidal central distintivamente budista Mahāyāna, diseñado para servir como lugar principal del culto real y también como su propio mausoleo personal; templos funerarios personales del tipo Mahāyāna, que fueron dedicados a su madre y a su padre; y una serie de templos provinciales, que albergaban réplicas reducidas del Buda Real -es decir, Jayavarman representado con los atributos de Buda, cuyo original se había instalado en el Bayon. Reconstruyó la ciudad de Angkor, ahora conocida como Angkor Thom, y reconstruyó y amplió el sistema de carreteras, que salía del Bayon y del palacio real y llegaba hasta las provincias. Además, construyó más de 100 casas de descanso a lo largo de estas carreteras y construyó más de 100 hospitales, que dispersó por todo su reino y puso bajo la protección de Baiṣajyaguru Vaiḍūryaprabhā, el Gran Buda de la Curación.

Jayavarman parece haber estado obsesionado con la necesidad de una construcción rápida y extensa. Por ejemplo, la mano de obra poco cuidadosa que se aprecia en los templos atribuidos al reinado de Jayavarman señala claramente la gran prisa con la que se construyeron. Algunos estudiosos han sugerido que la sensación de urgencia casi frenética asociada a las obras de Jayavarman derivaba del hecho de que, habiendo comenzado su reinado a una edad relativamente avanzada, sentía que su tiempo era corto y tenía que ser utilizado al máximo. Otros han sugerido que la preocupación de Jayavarman por llevar a cabo un programa tan vasto de construcción, en gran parte orientado al budismo, fue muy alentada por Jayarajadevi y su hermana, que dedicaron una enorme cantidad de energía a conseguir apoyo para el budismo y, específicamente, para la construcción de templos budistas. Y, por último, si los estudiosos están en lo cierto al suponer que Jayavarman padecía la temible enfermedad de la lepra, su preocupación por mitigar su pecado y sufrimiento mediante la acumulación de grandes méritos puede haber dado un impulso aún mayor a su piedad y celo. Sean cuales sean sus verdaderas motivaciones, Jayavarman consiguió en vida crear un legado que pocos monarcas de la historia (jemeres o no) han podido igualar; tenía más de 90 años cuando murió.

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