La migraña crónica (MC) es el más incapacitante de los 4 tipos de cefalea diaria crónica primaria (CDH) de larga duración, un síndrome definido por cefaleas primarias 15 o más días al mes durante al menos 3 meses con ataques que duran 4 horas o más al día de media. La cefalea diaria de larga duración incluye la cefalea crónica de tipo tensional, la nueva cefalea diaria persistente y la hemicránea continua. La cefalea crónica afecta aproximadamente al 2% de la población adulta de los países occidentales, lo que supone una carga considerable para los afectados y sus familias y, en general, para la sociedad. Aunque este trastorno es muy incapacitante y prevalente, sigue estando infradiagnosticado e infratratado. El diagnóstico de la MC requiere un enfoque sistemático que incluya estos pasos: (1) excluir un trastorno de cefalea secundario, y (2) diagnosticar un síndrome de cefalea primario específico basado en la frecuencia y la duración, por ejemplo, episódico de corta duración, episódico de larga duración o crónico de larga duración. La MC suele desarrollarse como una complicación de la migraña episódica tras un periodo de aumento de la frecuencia de las cefaleas. Esta transformación de la migraña se asocia a una serie de factores de riesgo, algunos de los cuales no pueden modificarse, como la edad y la raza. Otros factores de riesgo de la MC son modificables, como la obesidad, los ronquidos, los traumatismos craneales, los acontecimientos vitales estresantes y el uso excesivo de opiáceos y barbitúricos. Sin embargo, todavía no se ha demostrado que la modificación de los factores de riesgo disminuya la probabilidad de aparición de la MC. Según un análisis transversal de los datos del estudio American Migraine Prevalence and Prevention publicado este año en Journal of Neurology, Neurosurgery, and Psychiatry, en comparación con los pacientes con migraña episódica, los pacientes con MC tenían una probabilidad significativamente menor de estar empleados a tiempo completo y casi el doble de probabilidades de sufrir una discapacidad laboral. Además, los pacientes con MC tenían casi el doble de probabilidades de sufrir ansiedad, dolor crónico o depresión. Además, los pacientes con MC tenían un mayor riesgo cardiovascular y respiratorio, tenían un 40% más de probabilidades de padecer enfermedades cardíacas y angina de pecho, y un 70% más de probabilidades de tener antecedentes de ictus. Estos hallazgos ponen de relieve la importancia primordial de la vigilancia clínica, el diagnóstico preciso y el manejo apropiado y eficaz -incluyendo el tratamiento o las derivaciones- para mejorar los resultados de los pacientes.
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