Los redactores publicitarios captan la atención, aumentan la conciencia y realizan ventas.
¿Cuánto se puede pagar por un redactor publicitario cualificado?
Nuestra encuesta realizada en 2020 a 640 redactores publicitarios reveló una tarifa media por día de 379 libras.
Las tarifas suelen reflejar la experiencia del redactor publicitario, así como su nivel de exigencia, sus capacidades y la naturaleza de su trabajo.
Las tarifas de entre 800 y 2.000 libras esterlinas al día son típicas para los redactores publicitarios senior.
Los redactores junior suelen empezar por unas 250 libras esterlinas al día (con grandes variaciones regionales y sectoriales).
En comparación, los consultores empresariales cobran una media de 475 libras esterlinas al día (según IT Jobs Watch).
Los abogados cobran al menos 100 libras por hora.
Creemos que los redactores publicitarios deberían cobrar tarifas que reflejen el valor que ofrecen.
Como cliente, podría considerar el valor que tiene para su negocio encontrar un cliente adicional o aumentar las ventas en un 5%.
Los redactores publicitarios no sólo son excelentes para vender, sino que también pueden ayudarle a cambiar percepciones, difundir mensajes y obligar a la gente a actuar. ¿Cuánto valen estos cambios para su negocio?
Esta página incluye secciones sobre precios por trabajo (abajo), precios por hora o día y precios por palabra.
Precios por trabajo
Este es nuestro modelo de precios sugerido. El redactor ofrece una tarifa plana y sencilla para cubrir todos los elementos del trabajo de redacción, teniendo en cuenta todos los factores que se indican a continuación. El redactor y el cliente acuerdan revisar los honorarios si el trabajo resulta ser diferente del alcance acordado.
Algunos redactores pueden pedir el 50% de los honorarios por adelantado, especialmente cuando se trata de un nuevo cliente.
Los honorarios de los redactores varían. En cuanto al redactor, los factores que pueden afectar a los honorarios son:
- Experiencia. Los redactores con más experiencia pueden cobrar unos honorarios más elevados, al igual que los que han trabajado para marcas más importantes
- Habilidades especializadas. Los redactores publicitarios pueden cobrar una prima si pueden demostrar habilidades muy desarrolladas en determinadas áreas
- Ubicación. Los redactores con sede en Londres y otros centros urbanos pueden cobrar más
- Estatus del cliente. Los redactores publicitarios pueden optar por ofrecer descuentos y/o tarifas diferentes a ciertos tipos de clientes, como las startups, las pymes o las organizaciones benéficas.
En cuanto al proyecto concreto, los factores clave son:
- Briefing. Es posible que el redactor tenga que ayudar al cliente a elaborar el briefing antes de empezar a trabajar. Esto no es necesariamente indeseable, pero hay que reconocerlo y cobrarlo cuando corresponda
- Planificación y estrategia. Es posible que haya que planificar cuidadosamente el proyecto antes de empezar a escribir. Por ejemplo, es posible que haya que estructurar un sitio web antes de desarrollar el contenido, o que haya que aclarar la estrategia de una campaña publicitaria antes de empezar el trabajo creativo
- Creatividad. El proyecto puede requerir que se dedique un tiempo considerable a desarrollar ideas creativas, además de la redacción. Por ejemplo, un eslogan publicitario o el nombre de un producto pueden no llevar mucho tiempo de «escritura», pero la generación de opciones y la elección de la correcta es una tarea importante
- Complejidad. El tema puede ser muy técnico o difícil de entender, y/o el redactor puede no estar familiarizado con él
- Importancia relativa. El cliente puede aconsejar que, en función de su importancia para su negocio, el proyecto requiera un nivel de aportación del redactor mayor (o menor) que el habitual.
- Importancia relativa. Algunos aspectos de un proyecto pueden requerir un mayor nivel de aportación que otros, porque el texto producido recibirá más atención. Por ejemplo, la página de inicio de un sitio web puede merecer más esfuerzo que las páginas de información de nivel inferior
- Enmiendas, revisiones y versiones de trabajo. Puede esperarse un nivel inusualmente alto de enmiendas, y/o puede esperarse que el contenido pase por muchas versiones de trabajo antes de su aprobación. Esto puede deberse a la naturaleza del tema, al número de personas que participan en el proyecto o a otros factores. El redactor puede estipular el nivel de enmiendas que cubre su precio
- Versiones alternativas. El redactor puede tener que generar dos o más versiones alternativas de un texto, de las cuales sólo una será aprobada y utilizada
- Investigación. El redactor publicitario puede necesitar obtener material de origen para completar el escrito, ya sea mediante entrevistas, investigación en línea u otros métodos
- Reuniones. El redactor publicitario puede tener que viajar y reunirse con el cliente cara a cara. Algunos redactores aceptan las reuniones como gastos generales, pero otros incluirán un cargo por el tiempo de reunión o cobrarán las reuniones por separado
- Enlace con terceros. El redactor puede tener que informar, ser informado o colaborar con otras personas implicadas en el proyecto: diseñadores, desarrolladores web, agencias de relaciones públicas, etc.
- Otras tareas auxiliares. El proyecto puede incluir otras tareas ajenas a la redacción, como la selección de imágenes, la carga de contenidos, etc.
- Pedidos masivos y/o regulares. El proyecto puede ser muy grande, y/o el cliente puede ofrecer un encargo recurrente (como publicaciones periódicas en el blog), y el redactor puede hacer un descuento sobre esa base. Hay que tener en cuenta que los descuentos deben acordarse en función de proyectos concretos y confirmados, no en función de la vaga promesa de «trabajo en preparación»
- Métodos de trabajo inusuales. El redactor publicitario puede tener que trabajar de forma inusual, como editar el texto en los diseños de las páginas
- SEO. Un proyecto web puede incluir la investigación de palabras clave, la redacción de SEO y/o el desarrollo de etiquetas META, además de la redacción web «normal».
En algunas situaciones, se puede aplicar lo contrario de estos factores. Por ejemplo, un redactor podría ofrecer tarifas más bajas una vez que esté muy familiarizado con el negocio de un cliente, ya que se necesita menos tiempo de investigación o reflexión.
Precios por hora o día
Si los precios por trabajo no son aceptables para el cliente, los precios por hora o día son la siguiente mejor opción.
Una tarifa por hora o por día también puede constituir una «regla general» útil para los redactores que preparan los precios: calcule el tiempo probable que se necesita, multiplíquelo por la tarifa por hora o por día y aumente el total según sea necesario para cubrir cualquier factor relevante mencionado anteriormente.
Además, a algunos clientes o clientes potenciales les gusta utilizar una tarifa por hora o por día como referencia de precio aproximada, aunque no se utilice para fijar el precio de los proyectos reales.
Fijación de precios por palabra
Para la mayoría de los trabajos de redacción, desaconsejamos la fijación de precios por palabra, por las siguientes razones:
- La fijación de precios por palabra posiciona la redacción como un producto básico en lugar de un servicio profesional. Creemos que los redactores ofrecen a sus clientes mucho más que palabras en una página, y que la forma en que se les paga debe reflejar esto.
- El precio por palabra se utiliza a menudo para negociar precios injustos. Algunas tarifas que se ofrecen en el mercado, si se convierten en tarifas por hora de forma realista, estarían por debajo del salario mínimo del Reino Unido. Un redactor que trabaje «a tiempo completo» en una fábrica de contenidos ganaría menos de 5.000 libras esterlinas al año.
- Los precios típicos por palabra se refieren a la «redacción únicamente». No tienen en cuenta ninguno de los factores mencionados anteriormente que afectan al tiempo y al esfuerzo necesarios para completar un proyecto de redacción. Por lo tanto, se incentiva a los redactores para que trabajen con demasiada rapidez, lo que puede dar lugar a contenidos imprecisos, mal redactados, mal editados o de calidad inferior. Al mismo tiempo, se desanima a los redactores para que añadan valor mediante la discusión, la investigación y la reflexión con el cliente.
- Los precios por palabra fomentan la cantidad sobre la calidad. Quinientas palabras, o incluso cinco, pueden ser mucho más eficaces que 5000. Cuando se paga por palabra, se corre el riesgo de acabar con más palabras de las que se necesitan.
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