Viajes por la Ruta de la Seda

Mapa interactivo de la Ruta de la Seda

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La Ruta de la Seda, o los caminos, era una red de rutas comerciales por tierra que unía China con el Mediterráneo. Desde la antigua capital china de Chang’an, actual Xi’an, la Ruta de la Seda atravesaba el estrecho corredor chino de Hexi, antes de extenderse hacia el sur, hasta la India, los actuales Afganistán y Pakistán, o más al oeste, hasta Samarcanda, Bujara, Persia y el Mediterráneo oriental.

Durante unos mil años, caravanas de camellos cargados de rubíes, jade, ámbar, almizcle y, por supuesto, seda, recorrieron esta ruta comercial. Las ideas también se abrieron paso a lo largo de la Ruta de la Seda, la superautopista original de la información. La más influyente fue el budismo.

Dunhuang fue uno de los oasis más importantes de la Ruta de la Seda. Cerca de la ciudad, en el límite de la actual provincia de Gansu, la Ruta de la Seda se dividía en dos para bordear el desierto de Taklamakan. Los caminos se volvían a encontrar a 2.200 kilómetros de distancia, en el oasis de Kashgar. Pero entre estos dos oasis se encontraba el terreno más peligroso de la Ruta de la Seda.

La hambruna, la sed, los bandidos y las feroces tormentas de arena que eran conocidas por enterrar caravanas enteras, entre sus amenazas. Para los que viajaban hacia el oeste, Dunhuang era la última parada de las caravanas para descansar y aprovisionarse antes de enfrentarse al desierto. Para los que se dirigían al este, era el primer oasis en suelo chino.

Cualquier viajero querría expresar su gratitud por haber sobrevivido a semejante viaje o rezar por una liberación segura antes de embarcarse. Las Cuevas de los Mil Budas, a las afueras de Dunhuang, se convirtieron en un lugar donde los viajeros podían hacerlo y se convirtieron en uno de los lugares más sagrados de la Ruta de la Seda. Las 500 cuevas pintadas que se conservan contienen la mayor galería de arte budista del mundo.

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