Nunca he recibido más odio que por publicar una foto de hielo en el vino. «¡Sacrilegio!», me gritaron en los correos electrónicos y «¡descárgate!», corearon en la sección de comentarios. ¿Cómo pude maldecir así la santidad del vino? Pues muy fácilmente. Aunque nunca pondría hielo en un BV Reserva del 67, hay muchas situaciones en las que quiero hielo en mi vino y está totalmente justificado.
…Resulta que hay al menos 9 situaciones:
- En el aeropuerto
- En un avión
- Hace demasiado maldito calor
- El vino es terrible (y es todo lo que tienes)
- Eres una abuela
- Intentas no emborracharte demasiado de día
- Utilizas el vino para hacer otra cosa
- Estás atascado pidiendo vino de la casa en un bar
- Te gusta
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En el aeropuerto
Si eres como yo -una persona ansiosa que llega patológicamente pronto a los eventos grandes o pequeños- probablemente estés en el aeropuerto y en el control de seguridad con dos horas para matar antes del vuelo. Y aunque está bien tomarse unas copas antes de despegar, nadie pretende emborracharse ni arruinarse. El vino del aeropuerto es caro y nunca es bueno, así que ¿por qué no añadir unos cubitos a una copa de 15 dólares de repugnante Pinot Noir? Baja más fácil, dura más, y te quedas sin Xanax y haces lo mejor que puedes aquí!
En un avión
Si alguna vez has pedido vino en un avión, entonces ya lo sabes. Si no has pedido vino en un avión, quizá no empieces, pero si lo haces, pide un vaso de hielo aparte. Y tal vez una lata de Sprite de reserva con unos trozos de lima. Mientras que los primeros sorbos te engañarán, al tercero o cuarto te darás cuenta de que el vino es muy pesado y te da sudores en la boca y de repente eres muy consciente de la bolsa de vómitos en el bolsillo del asiento de enfrente. No vas a querer terminarlo. Tener a mano suministros improvisados de spritzers hará que el último tramo de tu Sauv Blanc sea agradable.
Hace demasiado maldito calor
Hace demasiado maldito calor. Y TU AIRE ACONDICIONADO ESTÁ ROTO. Y REALMENTE NECESITAS UN VASO DE VINO. PERO HACE DEMASIADO CALOR. Pon unos cubitos de hielo. No sólo quieres, sino que tienes que hacerlo. Ya estás en modo de supervivencia, desnudo hasta la ropa interior, así que no es momento de preocuparse por la vergüenza.
El vino es terrible (y es todo lo que tienes)
Ha pasado una semana desde que pagaste el alquiler y faltan tres días para que recibas el próximo cheque. De repente, ese Chardonnay embotellado con mantequilla que un conocido dejó en tu casa no tiene tan mala pinta. Pero, por Dios, es malo. No tan malo como para que estés dispuesto a ir a la tienda en chándal y gastar tus últimos ocho dólares, pero definitivamente lo suficientemente malo como para que se justifique que lo dejes helado.
Eres una abuela
Mi abuela bebía hielo en Franzia y era mi ser humano favorito de todos los tiempos, así que sólo tengo respeto por las abuelas y el vino helado.
Intentas no emborracharte demasiado de día
A veces te encuentras bebiendo vino a mediodía. Tal vez en las vacaciones en una casa del lago, tratando de seguir el ritmo de tu suegra que considera el Pinot Grigio como un almuerzo o tal vez sólo en un sábado cualquiera. No sé por qué bebes a mediodía, pero una buena forma de evitar el aburrimiento del día es añadir hielo. Diluye el vino y mantiene la copa un poco más llena. Además, puedes fingir que te estás hidratando y festejando al mismo tiempo. Lo más importante es que evitará que te desmayes a las 4.
Utilizas el vino para hacer otra cosa
Desde el frosé hasta la sangría, pasando por los spritzers de seltzer y fresas machacadas que encontraste en el fondo de tu nevera, puedes transformar el vino en otra experiencia de consumo. ¿Y sabes qué piden todas las recetas? HIELO.
Estás atascado pidiendo vino de la casa en un bar
Nunca debes confiar en nada que lleve el vago y epónimo «vino de la casa». Te va a dar dolor de cabeza con la cantidad de azúcar que lleva esa cosa. Córtalo con hielo. Es tan oscuro que nadie lo va a notar de todos modos.
Te gusta
El vino, por encima de todo, es para disfrutar. Lo bebemos porque es delicioso y nos hace sentirnos cálidos y confusos por dentro. Esa es la realidad de la situación. Y debes tratarlo como cualquier otra preferencia personal, como la temperatura de tu filete o pedir una guarnición extra de rancho. Es lo que a ti te sabe bien, no a nadie más. Si añadir unos cubitos te hace sentirte a gusto, llévalo a la mesa porque ya no es tabú.