Utilizamos nuestro editor de textos experimental, Emphasis AI, para analizar las frases iniciales de cinco novelas populares. Esto es lo que encontramos.
«Era un brillante y frío día de abril, y los relojes marcaban las trece horas.»
Cuando se trata de primeras frases, la línea inicial de 1984 de George Orwell es un clásico. En The Guardian, Robert McCrum, autor de The Story of English, la califica de «natural», «convincente» y «cristalina». El Telegraph la considera una de las 30 grandes frases iniciales de la literatura. Incluso es un tema de discusión en Reddit, donde ha sido descrita como «extraña» e «inquietante».
El poder de esta frase ha sido debatido desde la publicación de la obra maestra de Orwell en 1949. En general, se entiende que la línea causa una impresión tan fuerte porque transmite rápidamente la sensación de que algo no está del todo bien.
Si bien estamos de acuerdo con este análisis, también creemos que se equivoca por completo. La primera línea de 1984 deja una impresión tan fuerte porque Orwell la hizo verde.
Emphasis AI clasifica cualquier frase con siete signos como una frase verde. En el ejemplo anterior, las palabras resaltadas son todos signos, que pueden considerarse unidades de significado.
Cuando una frase contiene siete signos, ocurre algo interesante. Los siete signos se combinan para formar una nueva unidad cognitiva. Como resultado, las oraciones verdes pueden dejar una impresión vívida en la mente del lector, a menudo generando una imagen, sensación o emoción.
En las oraciones verdes, generalmente se produce un efecto al leer la última palabra. Al colocar «trece» al final de la primera línea de 1984, Orwell lo amplifica. El resultado es una frase «convincente» que los lectores siguen encontrando «inquietante» hasta el día de hoy.
Cuando se pone verde
Debido a que siete signos se combinan para crear una nueva unidad cognitiva, las frases verdes pueden parecer evocar un mundo de significado en miniatura. Lo vemos en la primera línea de Neuromante de William Gibson, que capta admirablemente la estética ciberpunk del autor.
Las frases verdes también pueden producir una sensación de expectación en los lectores. En la línea inicial de Tsukuru Tazaki sin color y sus años de peregrinaje, de Haruki Murakami, la palabra más provocativa, «morir», aparece al final de la frase.
Entre los efectos producidos se encuentra el deseo de saber por qué Tazaki sólo podía pensar en morir. Ese deseo anima al lector a seguir leyendo.
Las frases verdes combinan muy bien con los otros colores de las frases. En el párrafo inicial de Historia de un buscador de placer, Richard Mason sigue una frase verde con una frase azul. Esto permite que el interés generado en la frase verde se concentre en las palabras finales de la frase azul, donde Mason introduce la trama.
El resultado es una novela que engancha a los lectores en sus dos primeras frases.
El verde no es el único camino
Pero una primera frase no tiene que ser verde para ser genial. Caitlin Doughty lo demuestra en el párrafo inicial de sus memorias, Smoke Gets in Your Eyes: And Other Lessons from the Crematory.
La decisión de Doughty de hacer su primera frase amarilla le permitió enfatizar la incongruente idea de afeitar un cadáver. A continuación, engancha a sus lectores con la misma combinación de colores que Mason utilizó en su libro. El efecto es sorprendente, vívido y muy legible.
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