La clase de Laurent Cantet, ganadora de la Palma de Oro en Cannes, tomó el pulso a un barrio parisino de clase trabajadora a través del dispositivo de la educación. Su última película, El taller, emplea el mismo enfoque: unos adolescentes inquietos se abren paso en una clase de verano de escritura creativa con un novelista de éxito. En el proceso, aprenden sobre sí mismos y sobre su ciudad, La Ciotat, un antiguo puerto industrial del sur de Francia. Pero para uno de los chicos, Antoine (Matthieu Lucci), un forastero con un carácter mordaz y combativo que irrita a sus compañeros, el proceso le lleva más allá de la ruta del extremismo violento de extrema derecha con el que ya está coqueteando. La película funciona mejor cuando capta el flujo de ideas y el debate, con una cámara de estilo documental que revolotea alrededor de la mesa, siguiendo la conversación. Un tercer acto que se adentra en el territorio del género pierde temporalmente el foco, pero se redime con una escena que celebra el poder de las palabras por encima de todo.
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