«Ese es el mensaje del consumismo al estilo americano. Mi vida humana no es suficiente. Hay compras sobre compras que me transformarán en algo más de lo que soy». – Dave Bruno
Siempre he pensado que tengo mucho en común con Dave Bruno. Ambos vivimos en los suburbios de Estados Unidos. Ambos tenemos esposas que nos apoyan e hijos que criamos con amor. Ambos tenemos trabajos a tiempo completo que disfrutamos y escribimos como pasatiempo al margen. Los dos estamos hartos del consumismo americano. Y ambos disfrutamos inspirando a otros a rechazarlo.
Sin embargo, tenemos una gran diferencia: Dave vendió todas sus posesiones menos 100 y eligió vivir así durante un año entero. Desde el 12 de noviembre de 2008 hasta el 12 de noviembre de 2009, Dave se propuso cumplir un reto de 100 cosas autoimpuesto… y vivió para escribir el libro.
El reto de las 100 cosas (Harper-Collins) es la historia de la búsqueda de un hombre para liberarse de las restricciones del consumo al estilo americano y las lecciones que aprendió sobre sí mismo, su familia y nuestra cultura a lo largo del camino. Hace tiempo que estoy enamorado del Reto de las 100 Cosas de Dave. Ni que decir tiene que, cuando el libro llegó a mi buzón, no pude esperar a ponerme manos a la obra. Y disfruté mucho leyendo la historia de Dave de principio a fin.
Dave relata el nacimiento del Reto, su preparación para el Reto, el año del Reto y las secuelas tras su conclusión oficial hace más de un año (pista: todavía tiene menos de 100 posesiones). El libro se lee como un relato cronológico de su vida, comenzando en julio de 2007, cuando nació el Reto, y terminando a mediados de 2010, justo antes de la publicación final del libro.
A lo largo de su relato, Dave se remonta en detalle a recuerdos específicos a lo largo de su vida que destacan las lecciones que está aprendiendo.
Por ejemplo, la venta de su maqueta de tren hace resurgir los recuerdos de su padre, los sueños no cumplidos y la comprensión de que muchas de nuestras compras en el presente están destinadas involuntariamente a cambiar el pasado de nuestras vidas imperfectas. O como escribe: «Cuando compramos, a veces actuamos como si fuéramos contratistas generales que viajan en el tiempo. Compramos componentes que pensamos que vamos a utilizar para volver a ese terrible momento del pasado y arreglar las cosas. Arreglar todo. Pero las ruinas de nuestras vidas no se arreglan. Se lamentan o se ensucian aún más.
De la misma manera, la historia del amor de sus hijas por las muñecas American Girl, la venta de sus herramientas de trabajo con palabras y la decisión de usar un solo bolígrafo Bic durante todo el año sirven como plataformas de lanzamiento para recuerdos vívidos, emocionales y detallados. Las primeras veces que estos recuerdos detallados (o inserciones parentéticas) aparecieron en la lectura, me pregunté por qué los describía con tanto detalle. Pero dado el hecho de que cada relato se entrelazaba sin esfuerzo con su Reto de las 100 Cosas, al final del libro, me encontré esperando ansiosamente el siguiente recuerdo.
En general, Dave presenta un argumento atractivo, emocional y convincente contra el consumismo al estilo americano. No hace declaraciones generales rechazando el papel de las posesiones en nuestra vida. Por el contrario, presenta un examen racional que invita a la reflexión sobre el lugar que ocupan en nuestras vidas, mencionando tanto los aspectos positivos como los negativos.
Si te has cuestionado de algún modo el papel del consumismo al estilo americano en tu vida, disfrutarás leyendo El desafío de las 100 cosas. Sé que yo lo hice.