El arco aórtico izquierdo en los seres humanos, visto como el resultado final de la selección natural durante la evolución de los vertebrados

En algún momento de la evolución de los vertebrados, desde las especies que habitan en el agua hasta las que viven en la tierra, los arcos aórticos ancestrales dobles o derechos se convirtieron en únicos y en el lado izquierdo en los mamíferos, incluidos los seres humanos, como resultado de los desarrollos sincrónicos en la embriogénesis cardiovascular y respiratoria. Dado que los arcos aórticos izquierdos son exclusivos de los mamíferos, la hemodinámica relacionada con la placenta, en concreto el requisito de un gran conducto arterial que conecte con la aorta descendente, puede haber provocado el cambio del arco derecho al izquierdo. Además, el desarrollo de un pulmón derecho trilobar y su árbol bronquial, también único en la evolución de los mamíferos, restringió el espacio por encima del bronquio eparterial alto a un solo vaso grande. En consecuencia, los mamíferos que mutaron al arco aórtico izquierdo evitaron los problemas respiratorios, digestivos o circulatorios que suelen asociarse a un arco aórtico derecho aislado, algo que podría considerarse un error acertado. Debido a la selección natural, y a la supervivencia del más apto, el arco del lado izquierdo se convirtió en la norma en los mamíferos. En las malformaciones cardíacas congénitas en las que no es obligatorio un gran conducto arterial en la vida fetal, como en la tetralogía de Fallot o el tronco arterial común, sigue existiendo un arco aórtico derecho, quizá como una reversión atávica a la anatomía observada en los vertebrados ancestrales.

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