El Dalai Lama, líder religioso y político del Tíbet en el exilio, recibe el Premio Nobel de la Paz en reconocimiento a su campaña no violenta para acabar con la dominación china del Tíbet.
El 14º Dalai Lama nació como Tenzin Gyatso en una aldea del noreste del Tíbet en 1935. Era de ascendencia tibetana, y los monjes tibetanos le visitaron cuando tenía tres años y le anunciaron que era la reencarnación del difunto 13º Dalai Lama. Los monjes se guiaron por presagios, augurios y sueños que indicaban dónde podría encontrarse la próxima encarnación del Dalai Lama. A la edad de cinco años, Tenzin Gyatso fue llevado a la capital tibetana de Lhasa e instalado como líder del budismo tibetano.
Tíbet, una extensa región situada en las mesetas y montañas de Asia Central, había sido gobernada por los Dalai Lamas desde el siglo XIV. Los tibetanos se resistieron a los esfuerzos de China por obtener un mayor control sobre la región a principios del siglo XX, y durante la Revolución China de 1911-12, los tibetanos expulsaron a los funcionarios y civiles chinos y declararon formalmente su independencia.
En octubre de 1950, las fuerzas comunistas chinas invadieron el Tíbet y abrumaron rápidamente al mal equipado ejército del país. El joven Dalai Lama pidió apoyo a las Naciones Unidas, pero sus ruegos fueron denegados. En 1951, se firmó un acuerdo de paz entre el Tíbet y China, en el que la nación se convirtió en una «región nacional autónoma» de China, supuestamente bajo el gobierno del Dalai Lama, pero en realidad bajo el control de una comisión comunista china. El pueblo tibetano, de gran religiosidad, sufrió la legislación antirreligiosa de la China comunista.
Después de años de protestas dispersas en el Tíbet, en marzo de 1959 estalló una revuelta a gran escala, y el Dalai Lama huyó con otros 100.000 tibetanos cuando las tropas chinas aplastaron el levantamiento. Inició un exilio en la India, instalándose en Dharamsala, en las estribaciones del Himalaya, donde estableció un gobierno tibetano en la sombra con base democrática. De vuelta al Tíbet, los chinos adoptaron medidas brutalmente represivas contra los tibetanos, lo que provocó acusaciones de genocidio por parte del Dalai Lama. Con el inicio de la Revolución Cultural en China, la represión china del budismo tibetano se intensificó, se prohibió la práctica de la religión y se destruyeron miles de monasterios.
La prohibición de la práctica religiosa se levantó en 1976, pero la represión en el Tíbet continuó. Desde su base en Dharamsala, el Dalai Lama viajó por todo el mundo, consiguiendo llamar la atención internacional sobre la continua supresión china del pueblo tibetano y su religión. En 1987 estallaron importantes disturbios antichinos en Lhasa, y en 1988 China declaró la ley marcial en la región. En busca de la paz, el Dalai Lama abandonó su demanda de independencia del Tíbet y pidió un verdadero Tíbet autónomo, con China a cargo de la defensa y los asuntos exteriores. China rechazó la oferta. Al año siguiente, el Dalai Lama recibió el Premio Nobel de la Paz de 1989. Su autobiografía, Libertad en el exilio, se publicó en 1990.
Tíbet siguió sufriendo disturbios periódicos en la década de 1990, y China fue criticada por los gobiernos occidentales por su supresión de la libertad política y religiosa en la zona. Desde entonces, el gobierno chino se ha esforzado por moderar su postura en la región, pero Tíbet sigue sin autogobierno. Tras más de cuatro décadas de exilio, el Dalai Lama sigue viajando para dar a conocer la causa tibetana.