La iglesia parroquial de Santa Lucía en Juayúa, El Salvador, es famosa por una gran estatua de la época colonial del Cristo Negro, que cuelga detrás del altar de la imponente iglesia. Mucha gente se refiere a la iglesia no por su nombre oficial, sino como la iglesia del Cristo Negro. La negritud de la figura es especialmente interesante en un contexto colonial, y en un lugar donde los indígenas eran más pequeños y morenos, pero donde había muy pocas personas de origen africano.
La fiesta del Cristo Negro se celebra del 8 al 15 de enero, y se extiende desde el interior de la iglesia a las calles vecinas. La fiesta es una de las 13 fiestas del Cristo Negro que se celebran en El Salvador, todas en el mes de enero.1
La fiesta tiene dos manifestaciones: los actos parroquiales, aparentemente más «oficiales», que comienzan en el interior de la iglesia y se trasladan a las calles, y otro acto de cofradía, más «popular», que tiene lugar en una choza de paja en la calle. La distinción oficial/popular no es del todo útil, ya que la organización de ambos sitios está entrelazada y se realiza dentro de la parroquia.
La ubicación física define en parte la diferencia, pero los eventos de la fiesta se extienden geográficamente más allá de ambos santuarios. La plaza de la ciudad está ocupada por un festival de comida, procesiones, fuegos artificiales, e incluso hay un rodeo que los lugareños describen como parte de la fiesta.
Aunque ambos eventos se construyen en torno al mismo crucifijo (uno muy grande y otro pequeño), la fiesta de la iglesia es más grandiosa, centrada en una elaborada iglesia de los años 50 construida al estilo europeo, con escaleras que llevan a la cruz en un estilo similar al de algunos santuarios españoles. La fiesta «popular» es conscientemente de estilo indígena, construida sobre un pequeño altar a la altura de la cintura.
La parroquia organiza muchos aspectos litúrgicos de la fiesta, y la cofradía es responsable de sus propios actos. Pero la organización de la fiesta se extiende más allá. Los funcionarios de la ciudad ayudan a organizarla, y los vendedores ambulantes, los turistas y los peregrinos (casi todos de El Salvador o Guatemala) le dan vida.
El santuario de la cofradía es una caseta rectangular hecha de bambú y paja, de unos 30 pies de largo y 20 pies de ancho, construida sobre la calle cerca de la esquina frontal de la iglesia. El estilo es típico de otras cofradías regionales. Los mariachis tocan fuera en la entrada, compitiendo con la música y los cantos de dos dentro de la iglesia.
Un altar con un crucifijo de Cristo Negro más pequeño está al final del altar, rodeado de flores y luces. Las sillas se alinean a cada lado de la caseta. Los visitantes pueden hacer una pequeña ofrenda en las cajas de ofrendas de la cofradía en el santuario, que se destina a sufragar los gastos del mismo. Tanto si hacen una ofrenda como si no, a todos los visitantes se les ofrece un café y canela. Los visitantes del santuario no son abiertamente piadosos. Es posible que se detengan unos minutos ante la estatua y que se sienten al lado y conversen. Puede haber un poco de baile en la caseta, pero la mayoría de la gente se sienta y visita.
- 1. Ver Marielba Hererra Reina, La Fiesta del Cristo Negro en Juayúa,El Salvador.