Todos hemos hecho algo increíblemente embarazoso durante nuestra vida. Cuando eso ocurre, esperamos y rezamos para que nadie se dé cuenta de nuestro error. Y, a menos que te hayas tropezado y caído en un escenario frente a miles de personas, lo más probable es que nadie lo haya hecho.
Así que cuando eso sucede, lo mejor que puedes hacer es cepillarte y seguir adelante. Lamentablemente, los que sufren de prejuicios egocéntricos están tan centrados en sí mismos que, en su estado egocéntrico, asumen que todos los demás deben estar centrados en ellos también. Los psicólogos llaman a esto el Efecto Foco, porque estas personas asumen que están en el centro de atención, 24 horas al día, 7 días a la semana – y todo lo que hacen está siendo observado.
Por eso, las personas que creen que están en el centro del universo son mucho más conscientes de sus errores. Creen que los demás les observan constantemente, por lo que son menos propensos a cometer errores por miedo a hacer el ridículo.
Y cuando las cosas salen mal, prefieren ocultar sus fracasos que admitir sus defectos en un intento de mantener la falsa autopercepción de que son mejores que los demás. Y eso se ejemplifica en el hecho de que se excusan a sí mismos, pero no a los demás.
Salir de la luz
Como se ha ilustrado, el Efecto Foco es perjudicial para nuestro crecimiento e impide nuestra voluntad de asumir riesgos, porque creemos que todo el mundo nos observa. Lo irónico, sin embargo, es que ni siquiera es cierto.
De hecho, la mayoría de la gente está tan metida en sus propias vidas que no les importa lo que estás haciendo. La única razón por la que creemos que lo hacen es porque exageramos nuestra importancia en sus vidas.
Una investigación psicológica realizada por Gilovich, T., Medvec (APA Psychnet,) evalúa el Efecto Foco y nuestra tendencia a exagerar nuestra propia importancia. Para ello, consideraron el efecto de llevar una camiseta embarazosa (con la cara de Barry Manilow).
En el estudio, se pidió a los estudiantes de Psicología que se presentaran en un laboratorio de Psicología y rellenaran encuestas impresas en una sala de conferencias llevando una camiseta embarazosa. Según el investigador, Manilow es «un músico que no es terriblemente popular entre los estudiantes universitarios», por lo que los estudiantes se sentirían avergonzados de llevar la camiseta.
La pregunta crítica tras el estudio era –
«¿Cuántas personas en esa sala crees que serían capaces de decirme quién está en tu camiseta?
Los participantes sobrestimaron masivamente quiénes se darían cuenta de lo que llevaban puesto. Por término medio, pensaban que el 50% de la gente sería capaz de identificar la camiseta. En realidad, sin embargo, sólo el 25% pudo hacerlo.
Extrapolando las conclusiones de esta investigación: la gente nos presta menos atención de la que creemos. Y, sin embargo, las personas que experimentan un sesgo egocéntrico creen que todo el mundo les observa de cerca.
Resulta que evitan los riesgos y temen el fracaso, sin ninguna razón de peso. A nadie más le importa si fracasas, te avergüenzas o cometes un error, así que más vale que te arriesgues y pruebes algo nuevo.
«Debajo de la llamada personalidad narcisista está definitivamente la vergüenza y el miedo paralizante a ser ordinario.» – Brené Brown