DISCUSIÓN
Se ha informado de que la retroversión en el primer trimestre se produce hasta en el 15% de los embarazos.1 La encarcelación del útero es una complicación poco frecuente, que se produce en uno de cada 3000 casos.2,3,4,5,6 Durante un embarazo normal, entre la duodécima y la decimocuarta semana de gestación, el útero grávido pasa de ser un órgano pélvico a uno abdominal, y un útero retrovertido se corregirá espontáneamente cuando el fondo se eleve fuera de la pelvis y caiga hacia delante hasta su posición anatómica normal.3 Sin embargo, un útero retrovertido o retroflexionado puede quedar atrapado entre el sacro subpromontorio y el pubis. Los factores y las condiciones preexistentes que pueden predisponer a una paciente a un útero encarcelado incluyen: multiparidad, adherencias por endometriosis o enfermedad inflamatoria pélvica previa, anormalidades anatómicas, tumores pélvicos y fibromas uterinos.2,3,6,7, Los síntomas que se presentan son: molestias pélvicas y dolor abdominal bajo o de espalda, disuria, polaquiuria, retención urinaria, incontinencia por rebosamiento, estasis urinaria que provoca cistitis, sangrado vaginal, presión rectal, tenesmo y estreñimiento progresivo.6,7,8 Si no se trata, las pacientes pueden desarrollar un adelgazamiento de la pared uterina anterior o saculación, rotura de la vejiga, parto prematuro, rotura prematura de las membranas fetales, aborto espontáneo o rotura uterina durante el parto.2,5,7
Aunque los síntomas de las pacientes suelen ser inespecíficos e imitan muchos de los acontecimientos normales del embarazo, las quejas más comunes son de dificultades urinarias, como retención y vacilación, debido a la compresión uretral.2,5 Las pacientes que presentan estos síntomas durante el tercer y cuarto mes de gestación deben someterse a un examen pélvico para evaluar esta grave causa de síntomas comunes. La exploración física típica de una mujer embarazada con un útero encarcelado suele revelar una vejiga distendida y una altura del fondo uterino inferior a la esperada.3 El cuello uterino no suele visualizarse con un examen con espéculo, ya que está desplazado hacia delante, detrás de la sínfisis del pubis.3,6,9 Los tonos cardíacos fetales pueden ser difíciles de auscultar.3 En la exploración bimanual, el fondo del útero retrovertido se palpa como una gran masa en el fondo de saco.3,6 Un examen ecográfico puede mostrar un útero desplazado posteriormente con una vejiga distendida anterior al útero. En el caso de un útero en retroversión, la placenta del fondo uterino puede confundirse a menudo con una placenta previa; por lo tanto, la resonancia magnética puede ser útil.5
Existen debates sobre la conveniencia de reducir el útero de forma urgente, ya que los informes más antiguos indican la muerte del feto y los más recientes demuestran buenos resultados del embarazo a largo plazo.10,11 El tratamiento incluye primero el drenaje y la descompresión de la vejiga con una sonda permanente. A continuación, tras una estrecha consulta con el obstetra, se puede intentar la reducción del útero aplicando una presión constante con dos dedos en el fórnix vaginal posterior, dirigiendo el útero en sentido cefálico mientras la paciente se encuentra en posición de litotomía dorsal, posición rodilla-pecho o bajo anestesia.2,7 Ninguna de estas opciones tuvo éxito en la paciente de este caso, por lo que se llevó a cabo la reducción bajo anestesia espinal. Tras una reducción con éxito, se anima a la paciente a ayudar a mantener la posición uterina corregida durmiendo en decúbito prono y con ejercicios como las posiciones de rodilla-pecho y a cuatro patas.6
Aunque esta paciente no tenía hallazgos ecográficos consistentes con la retroversión en el momento de su ecografía, desarrolló síntomas consistentes con la incarceración uterina en los días anteriores a su visita a urgencias. Sus otros factores de riesgo, como la endometriosis o las adherencias secundarias a sus cirugías previas, pueden haber contribuido en este caso.
En conclusión, el útero encarcelado es un diagnóstico raro pero importante para que los médicos de urgencias lo reconozcan y ayuden en el tratamiento. Es importante considerar este diagnóstico en pacientes que entran en el segundo trimestre con quejas de síntomas urinarios, sangrado vaginal y dolor pélvico para garantizar la seguridad de la madre y el feto.