Discusión
El caso ilustra la importancia de la ecocardiografía al considerar un origen cardíaco, como el fibroelastoma papilar, como causa de eventos embólicos inexplicables.4 La literatura médica describe varios casos de accidentes cerebrovasculares recurrentes asociados a daño neurológico permanente, cuyo origen fue la embolización recurrente del fibroelastoma papilar.6 Incluso los fibroelastomas papilares muy pequeños (en el caso de nuestra paciente, de 3 mm de diámetro) pueden provocar daño neurológico.7,8 La naturaleza transitoria del accidente cerebrovascular de nuestra paciente hace que su caso sea altamente inusual.
La ecocardiografía transtorácica y la ETE han demostrado ser herramientas sensibles para el diagnóstico de tumores cardíacos raros, y se han establecido las características ecocardiográficas de cada variedad de tumor.5
Según Sun y colaboradores,4 la sensibilidad en la detección de los fibroelastomas papilares es del 61,9% para la ETT y del 76,6% para la ETE; la sensibilidad aumenta considerablemente cuando se excluyen del estudio los tumores menores de 2 mm (88,9% para la ETT). Los fibroelastomas papilares suelen ser móviles y están unidos al endocardio por un tallo. Los hallazgos en el examen histológico de estos tumores incluyen una matriz formada por mucopolisacáridos, capas variables de fibras elásticas y raras células fusiformes cubiertas por una única capa endotelial hiperplásica.3
Los fibroelastomas papilares se producen predominantemente en las superficies valvulares (77%), con mayor frecuencia en la válvula aórtica (44%), seguida de la válvula mitral (35%), la válvula tricúspide (15%) y la válvula pulmonar (8%). Más del 95% de estos tumores se encuentran en el lado izquierdo del corazón, y la mayoría de ellos son pequeños (< 1 cm) y solitarios. Sin embargo, se han notificado casos de pacientes con múltiples tumores en diversas localizaciones dentro del corazón, lo que subraya la necesidad de una cuidadosa inspección intraoperatoria.2,4,9
En el paciente aquí descrito, el tumor se extirpó mediante una técnica de preservación de la válvula, que es el tratamiento de elección en pacientes sintomáticos. Esta técnica da excelentes resultados y suele ser curativa, aunque recomendamos un seguimiento anual de estos pacientes para comprobar si hay recidivas. Sin embargo, si la válvula está comprometida mecánicamente, puede ser necesario repararla o sustituirla. Debe realizarse una inspección minuciosa de las demás valvas y válvulas para descartar la existencia de tumores múltiples. En los pacientes sintomáticos que tienen contraindicaciones quirúrgicas, el tratamiento anticoagulante puede ser una opción.2