REPORTE DEL CASO
El Sr. T., un hombre de 25 años, tenía una larga historia de TOC con pensamientos obsesivos recurrentes de tocar la suciedad y limpieza compulsiva desde la preadolescencia. A los 18 años, consultó por primera vez a un psiquiatra con el fin de tratar sus síntomas depresivos tras la repentina muerte de su padre. Sus síntomas depresivos mejoraron y luego se estabilizaron durante varios años con la ayuda del tratamiento farmacológico (sulpirida 30 mg, clorazepato 7,5 mg y paroxetina 20 mg). Después de graduarse en la escuela profesional, pudo trabajar como ingeniero informático en una empresa urbana, a pesar de la persistencia de sus síntomas obsesivos. Un invierno, fue remitido a nuestra consulta externa por su médico de cabecera. Sus síntomas ya se habían estabilizado debido a la misma medicación como tratamiento de mantenimiento a largo plazo para el TOC.
Después de 4 meses de nuestro seguimiento, fue trasladado a otra sección en su empresa. Este cambio de entorno social le hizo reflexionar sobre su relación interpersonal con otros compañeros, lo que provocó síntomas agudos de insomnio, como dificultad para conciliar el sueño y despertares nocturnos. Además, también sufría trastornos diurnos relacionados con su insomnio, especialmente hipersomnia y somnolencia diurna. Decía: «No puedo concentrarme en mi trabajo porque anoche me esforcé por dormir», «tengo que luchar para mantenerme despierto durante mi trabajo» y «siento miedo de quedarme dormido esta noche a causa de mi insomnio». En otras palabras, tenía mucho miedo de perder su posición profesional en su nueva sección a causa de las deficiencias diurnas (por ejemplo, pérdida de concentración y disminución del rendimiento), que atribuía a su insomnio.
Para mejorar los síntomas de insomnio agudo, le tratamos principalmente con un enfoque psiquiátrico del sueño temprano como intervención no farmacológica. Intencionalmente, evitamos aumentar la medicación, porque sus principales preocupaciones estaban fuertemente relacionadas con el deterioro diurno del insomnio. Añadir otra medicación para mejorar el sueño podría correr el riesgo de exacerbar las consecuencias diurnas del insomnio. En esta situación, le tratamos, haciendo uso de la actigrafía de monitorización domiciliaria y de una herramienta de saturación de oxígeno. Tras dos días de seguimiento, la actigrafía midió el tiempo total de sueño y el número de despertares nocturnos; los datos mostraron que había dormido lo suficiente durante la noche, en contra de sus quejas. Como primer paso, le apoyamos mostrándole los datos de sueño registrados, que sugerían que su calidad de sueño objetiva era diferente de sus quejas subjetivas. Esta manifestación explicaba por sí misma una psicopatología típica del insomnio.5,6 Este seguimiento continuó durante una semana. Durante esta semana, se le animó a visitar nuestra clínica 3 veces para su evaluación. Sus registros actigráficos nocturnos sugerían siempre un sueño más prolongado y consolidado que el indicado por la intensidad subjetiva de las quejas de insomnio. Como paso siguiente, una noche se le pidió que se instalara un instrumento portátil de saturación de oxígeno. Los datos obtenidos mostraron cierta presencia de hipoxemia durante su sueño, lo que podría explicar en parte la fragilidad de su función de sueño. Además, se descubrió que bebía alcohol y fumaba justo antes de acostarse. Además, a menudo navegaba por Internet y comía bocadillos durante la noche los fines de semana. Consideramos que esta información era una prueba importante para que dejara de fumar y de beber antes de acostarse, y para instarle a que mantuviera sus hábitos habituales, incluso durante el fin de semana. Con esta intervención equipada con los datos objetivos monitorizados en casa, también basada en la educación sobre la higiene del sueño (por ejemplo, evitar beber junto a la cama, fumar, comer bocadillos y navegar por Internet), su ansiedad y miedo al insomnio disminuyeron drásticamente, y se recuperó espontáneamente del insomnio agudo.