La mayoría de las bacterias son inofensivas, incluso útiles; usted no dudaría en invitar a una a su casa o a su tracto digestivo. De hecho, varios tipos ya viven allí, ayudando simbióticamente a digerir los alimentos, destruyendo las células que causan enfermedades y proporcionando a su cuerpo las vitaminas que necesita.
A veces, sin embargo, usted consigue un cliente difícil, algo como Streptococcus, Staphylococcus o E. coli. Llega sin ser invitado, agita las cosas y te deja como una ruina febril e hinchada. Ya sea un forúnculo, una infección de la vejiga o un caso de gonorrea, los antibióticos, como la amoxicilina, son las armas preferidas para frenar o eliminar estas molestas bacterias. (Las infecciones víricas, que incluyen los resfriados, la gripe o la mononucleosis, son otro asunto; no responden a los antibióticos, así que deje de molestar a su médico para que le prescriba algunos, basta.)
Al entregarnos nuestra bolsita blanca de curación, los farmacéuticos tradicionalmente nos instruyen para que terminemos la receta completa de 10 días, incluso si nuestros síntomas disminuyen. No hacerlo podría significar una recaída o, en algunos casos, provocar consecuencias más graves para la salud. Las infecciones por estreptococos, por ejemplo, pueden causar problemas cardíacos si no se tratan adecuadamente.
¿Pero por qué 10 días? ¿Por qué no siete o nueve, o dos semanas?
Simplemente, entre 7 y 10 días es el «número de Ricitos de Oro»: No es un lapso tan breve como para que la infección bacteriana se la quite de encima, pero tampoco es lo suficientemente largo como para causar una reacción adversa.
Como cuestión de salud pública general, los médicos tratan de limitar la prescripción de antibióticos a aquellos casos que los requieren absolutamente, no sea que los microbios dañinos se adapten para resistir o superar los medicamentos. Teniendo esto en cuenta, algunos científicos han argumentado que entre 7 y 10 días es demasiado tiempo; de hecho, un estudio publicado en el número del 10 de junio de 2006 de BMJ, una revista médica británica, sugirió que algunos tipos de neumonía podrían sucumbir a un curso de medicamentos de tan sólo tres días.
Una revisión de la investigación científica realizada en 2006 en nombre de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. determinó que la duración ideal de la prescripción varía de una enfermedad a otra. Una prescripción de 10 días podría ser adecuada para la faringitis estreptocócica, pero una simple infección del tracto urinario puede vencerse en un período más breve, suponiendo que el médico prescriba el antibiótico correcto.
¿La conclusión? Cuando se trata de antibióticos, no hay una regla universal arbitraria. Si parece que los médicos siempre prescriben raciones de 10 días, probablemente sea porque esa es la dosis recomendada para varias infecciones bacterianas que se producen con frecuencia.
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