Sublevación
A finales de enero de 2011 -después de que un levantamiento popular en Túnez, conocido como la Revolución de los Jazmines, obligara a abandonar el poder al presidente Zine al-Abidine Ben Ali, inspirando protestas similares en Egipto- miles de manifestantes se reunieron en Sanaa y otras ciudades yemeníes para pedir a Saleh que abandonara la presidencia. Los manifestantes corearon lemas a favor de la democracia y condenaron la pobreza y la corrupción oficial. A diferencia de las protestas egipcias y tunecinas, que parecían tener poco liderazgo centralizado, las protestas en Yemen parecían haber sido organizadas y dirigidas por una coalición de grupos de oposición yemeníes. Las manifestaciones yemeníes se desarrollaron con poca violencia entre los manifestantes y las fuerzas de seguridad. En respuesta a las manifestaciones, Saleh hizo varias concesiones económicas, como una reducción de los impuestos sobre la renta y un aumento de los salarios de los empleados del gobierno. En febrero prometió que no se presentaría a la reelección cuando terminara su actual mandato en 2013, y prometió que su hijo no le sucedería en el cargo. La medida no consiguió aplacar a los manifestantes, que señalaron que Saleh había incumplido una promesa anterior de no presentarse a la reelección en 2006.
Rechazando las concesiones de Saleh, los manifestantes celebraron concentraciones diarias, enfrentándose a menudo con los partidarios de Saleh, que les atacaron con piedras, palos y, en ocasiones, con armas de fuego. El 20 de febrero, miles de estudiantes universitarios yemeníes y recién licenciados realizaron una sentada en el campus de la Universidad de Sanaa, prometiendo no poner fin a su protesta hasta que Saleh abandonara la presidencia. Saleh se resistió a los llamamientos para su destitución, alegando que su pronta salida provocaría el caos en el país.
Los enfrentamientos entre los manifestantes y la policía continuaron en marzo y provocaron varias muertes más. El 10 de marzo, Saleh intentó apaciguar a los manifestantes una vez más prometiendo redactar una nueva constitución que reforzaría el parlamento y el poder judicial. Dijo que el proyecto de constitución se sometería a referéndum antes de finales de año. La oposición rechazó inmediatamente la iniciativa y siguió pidiendo la salida inmediata de Saleh.
Las tácticas cada vez más violentas empleadas por las fuerzas de seguridad contra los manifestantes erosionaron el apoyo a Saleh dentro del gobierno yemení, debilitando su control del poder. El 18 de marzo, leales a Saleh vestidos de civil abrieron fuego contra los manifestantes en Sanaa, matando al menos a 50 personas. El episodio hizo que decenas de funcionarios yemeníes, entre ellos diplomáticos, ministros del gabinete y miembros del parlamento, dimitieran en señal de protesta. El 20 de marzo, el general de división Ali Mohsen al-Ahmar, comandante de la 1ª División Blindada del ejército, anunció su apoyo a la oposición y prometió utilizar sus tropas para proteger a los manifestantes. La deserción de al-Ahmar, considerado el oficial militar más poderoso de Yemen, fue seguida rápidamente por anuncios similares de varios otros oficiales de alto rango. Las deserciones agudizaron aún más las tensiones en Sanaa, donde las unidades militares desertadas y las que seguían bajo el control de Saleh desplegaron tanques y vehículos blindados en lugares clave de la ciudad.
El 22 de marzo, Saleh volvió a negarse a dimitir inmediatamente, ofreciendo en su lugar dejar el cargo en enero de 2012, tras las elecciones parlamentarias. Su oferta fue rechazada por la oposición. A medida que aumentaba la presión para que dimitiera, Saleh entabló negociaciones con oficiales militares, líderes políticos y representantes tribales para decidir los términos de su salida. El 26 de marzo se informó de que un acuerdo era inminente, y el propio Saleh fomentó la percepción de que se estaba preparando para dimitir, diciendo en un discurso que sólo transferiría el poder a «manos seguras» para evitar que el país cayera en el caos. Sin embargo, el 28 de marzo, en medio de los informes de que las negociaciones se habían estancado, Saleh volvió a mostrarse desafiante y dijo que no haría más concesiones a la oposición.