Selim III (1761-1808), el vigésimo octavo sultán otomano, fue un reformista de finales del siglo XVIII que intentó acabar con el estancamiento y la decadencia que debilitaban al imperio.
Nacido el 24 de diciembre de 1761, Selim era hijo de Mustafá III y sucesor de su tío Abdul Hamid I, fallecido el 7 de abril de 1789. De joven, el nuevo sultán se había beneficiado de una existencia moderadamente libre en contraste con la costumbre centenaria de enjaular a los príncipes osmanlíes. Estaba mejor educado que la mayoría de sus predecesores recientes.
Selim se dedicó inicialmente a proseguir la Guerra Austro-Rusa, que tenía dos años de duración, y que era una consecuencia del primer plan detallado para dividir el Imperio Otomano, elaborado por Austria y Rusia en 1782. La Paz de Sistova, en agosto de 1791, no supuso ningún cambio territorial con Austria, pero la Paz de Jassy (laşi), en enero de 1792, avanzó la frontera rusa hasta el Dniéster.
Reformas internas
Aprovechando los disturbios en Europa que preocupaban a sus enemigos, Selim introdujo reformas internas para fortalecer su gobierno. Solicitó sugerencias a todas las instituciones de gobierno. Como base para el cambio, creó un nuevo tesoro, que se llenó, en gran parte, con los castigos confiscatorios aplicados a los propietarios de feudos que habían dejado de respetar sus obligaciones militares.
Entre los cambios hubo un intento de reducir el poder del gran visir mediante la ampliación del Diván y la insistencia en que los asuntos importantes se presentaran ante él. Se abrieron escuelas, se prestó atención a la imprenta y a la circulación de traducciones occidentales, y se envió a jóvenes turcos a Europa para que siguieran estudiando. Sin embargo, las reformas más significativas fueron las militares. Se reforzó la armada y se abrió una escuela de navegación. Se modificó el comisariado del ejército, se mejoró la formación de los oficiales, se reforzaron los fuertes del Bósforo, se revitalizó la artillería y se reorganizó la nueva escuela de ingenieros. Se contó con la ayuda de asesores extranjeros, en su mayoría franceses.
La mayor innovación fue la fundación de un nuevo cuerpo de tropas regulares conocido como nizam-i-jedid (nuevo reglamento), término que también se aplicó a las reformas en su conjunto. La primera de estas nuevas unidades, uniformadas, bien disciplinadas y adiestradas, fue formada en 1792 por un antiguo teniente turco del ejército ruso. Le siguieron otras unidades que, en algunos casos, supusieron la construcción de extensos cuarteles con instalaciones urbanas relacionadas, como las mezquitas y los baños de Scutari. Tales edificios constituyen el principal legado arquitectónico de Selim.
Relaciones exteriores
En la escena internacional todo siguió siendo pacífico hasta 1798, aunque los asuntos exteriores recibieron considerable atención. Se establecieron nuevas embajadas residentes en Gran Bretaña, Francia, Prusia y Austria. Selim, poeta y músico culto, mantuvo una amplia correspondencia con Luis XVI. Aunque estaba afligido por el establecimiento de la república en Francia, la Porte (gobierno otomano) fue calmada por los representantes franceses en Estambul, que mantuvieron la buena voluntad de varios personajes influyentes, incluido el posterior ministro sueco, Mouradgea d’Ohsson, cuyo Tableau de l’Empire Othoman (1820) proporciona una buena visión de este período.
El 1 de julio de 1798, sin embargo, las fuerzas francesas desembarcaron en Egipto, y Selim declaró la guerra a Francia el 4 de septiembre. En alianza con Rusia y Gran Bretaña, los turcos estuvieron en conflicto periódico con los franceses tanto en tierra como en mar hasta marzo de 1801. La paz llegó en junio de 1802.
El año siguiente trajo problemas en los Balcanes. Durante décadas la palabra del sultán no había tenido poder en las provincias periféricas, lo que provocó que Selim reformara el ejército para reimponer el control central. Este deseo no se cumplió. Un líder rebelde fue Osman Pasvanoglu, apoyado por los austriacos, cuya invasión de Valaquia en 1801 inspiró la intervención rusa, que dio como resultado una mayor autonomía para las provincias dunubianas.
Las condiciones serbias también se deterioraron. Tomaron un giro fatídico con el regreso, en 1799, de los odiados jenízaros, expulsados 8 años antes. Estas fuerzas asesinaron al gobernador ilustrado de Selim, poniendo fin al mejor gobierno que había tenido esta provincia en los últimos 100 años. Sus desafiantes y escandalosas acciones provocaron la revuelta antijenízaro de 1804. Ni las armas ni la diplomacia pudieron restaurar la autoridad otomana.
La influencia francesa con la Porte no revivió hasta 1806, pero entonces llevó al Sultán a desafiar tanto a San Petersburgo como a Londres, y Turquía se unió al Sistema Continental de Napoleón. Se declaró la guerra a Rusia el 27 de diciembre y a Gran Bretaña en marzo de 1807. Mientras tanto, los esfuerzos de reforma habían continuado, pero en marzo de 1805 una leva general de nuevas tropas llevó a los jenízaros a la revuelta. Estos acontecimientos culminaron con el asesinato de los líderes de la reforma y, el 29 de mayo de 1807, con la deposición de Selim. Se le acusó de no tener hijos y de utilizar las innovaciones militares para incitar a la revuelta.
Encarcelado en el saray, o palacio, por su primo, el nuevo sultán Mustafá IV, Selim se dedicó a instruir al hermano de Mustafá, Mahmud, en el arte del gobierno. El 28 de julio de 1808 fue ejecutado, ya que sus partidarios, que exigían su restitución, derribaron las puertas del palacio. Sin embargo, Mustafá no ganó nada; fue sustituido por Mahmud II.
Más información
Para información biográfica general sobre Selim III, véase A. D. Alderson, Structure of the Ottoman Dynasty (1956). V. J. Puryear, Napoleón y los Dardanelos (1951), considera la diplomacia. □