Si hay algo que nos une a todos, es la inevitabilidad de la muerte. Puede sonar morboso, y no es algo en lo que la mayoría de nosotros se preocupe por pensar, pero nuestra mortalidad es algo que todas las personas de la Tierra tienen en común.
Sin embargo, las ideas y creencias sobre lo que significa morir son tan diversas como la propia humanidad. Por eso, cuando alguien consigue clavar una verdad universal sobre la muerte, prestamos atención. Y cuando alguien lo hace de una manera que nos conmueve profundamente, lo compartimos como una forma de decir: «Mira esta magnífica evidencia de nuestra experiencia humana compartida».
Un poema publicado por David Joyce en Facebook da en el clavo. Escrito por la escritora contemporánea Merrit Malloy, «Epitaph» capta cómo nuestros seres queridos pueden mantener viva nuestra esencia después de nuestra muerte, no simplemente a través del recuerdo, sino a través de actos intencionados de amor.
Joyce dijo que el poema se incluye en la liturgia judía reformista como una lectura opcional antes del Kaddish, una oración tradicionalmente recitada por los muertos. Pero también se utiliza regularmente en todo tipo de funerales y servicios conmemorativos, y la publicación de Joyce del mismo ha sido compartida más de 123.000 veces en poco más de una semana.
Léelo y verás por qué.
Epitafio – Por Merrit Malloy
Cuando muera
Da lo que queda de mí
A los niños
Y a los viejos que esperan la muerte.
Y si necesitas llorar,
Llora por tu hermano
Caminando por la calle a tu lado.
Y cuando me necesites,
Rodea con tus brazos a cualquiera
Y dale
Lo que necesites darme.
Quiero dejarte algo,
Algo mejor
Que palabras
O sonidos.
Busca por mí
En la gente que he conocido
O amado,
Y si no puedes regalarme,
Al menos déjame vivir en tus ojos
Y no en tu mente.
Puedes amarme más
Dejando que
Las manos toquen las manos,
Dejando que los cuerpos toquen los cuerpos,
Y dejando ir
A los niños
Que necesitan ser libres.
El amor no muere,
Las personas sí.
Así que, cuando todo lo que queda de mí
Es el amor,
Déjame ir.
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Mientras el mundo hace estragos a nuestro alrededor, sentémonos un momento en esta belleza y recordemos que, cuando todo esté dicho y hecho, el amor que dejamos atrás es lo único que quedará de nosotros cuando nos hayamos ido.
Gracias, Sra. Malloy, por el regalo de sus palabras.