Por Greer Gerni, estudiante de doctorado Teatro
La temporada 2018-2019 fue la primera bajo el nuevo director artístico del Teatro de Arte de Moscú, Sergey Zhenovach. Aunque gran parte de la presencia del teatro se mantiene sin cambios, hay algunas diferencias notables. Curiosamente, la mayoría de ellas apuntan al pasado, no al futuro. Llevo investigando los teatros de Moscú desde 2009, prestando especial atención al Teatro del Arte de Moscú. Mi tesis, titulada Los textos de Antón Chéjov en el escenario del siglo XXI, examina, en parte, la impresión que el dramaturgo y su teatro homónimo tienen en los estilos de representación de hoy en día.
Parte de mi trabajo de este verano consistió en ver producciones contemporáneas y hablar con artistas teatrales vivos, pero para contextualizar el impacto del pasado en el presente también pasé mucho tiempo en archivos, museos y lugares de memoria. Como historiador, tiendo a centrarme en el pasado, pero siempre me alivia hacerlo en la cultura teatral de Moscú, que se centra en el aquí y el ahora. Aunque la atención se centre en el presente sobre el escenario, la cultura se apoya ciertamente en el pasado. El Teatro de Arte de Moscú sigue funcionando en su edificio de 1901, donde se estrenaron muchas de las obras de Chéjov. Situado en el centro de Moscú, sigue siendo uno de los teatros más respetados y populares de la ciudad. Desde su fundación en 1898, se ha caracterizado por impulsar el futuro con nuevas formas de arte. La compañía lo hace al tiempo que honra las tradiciones y la historia que lo construyeron.
Esta temporada, más que ninguna otra que yo recuerde, parecía aún más centrada en los recuerdos, la historia y la tradición. Los carteles de los espectáculos actuales solían llenar las vitrinas de la fachada del edificio, pero ahora están llenas de fotos y breves biografías de algunos de los primeros miembros de la compañía. En junio, el teatro organizó el festival «Remembering Place», que comenzó con la lectura de la obra Tsar Fyoder Ivanovich, que inauguró la primera temporada en 1898. Se expusieron trajes originales. Más que ninguna otra visita, el Teatro de Arte de Moscú me pareció un lugar para la historia y la tradición, no necesariamente para el nuevo teatro. Esto no quiere decir que no se produzcan nuevas obras o se realicen cambios progresivos. Sin embargo, hay una clara diferencia entre la forma en que los teatros vecinos atraen al público (anuncios llamativos de espectáculos contemporáneos) y la forma en que el Teatro del Arte de Moscú refuerza la tradición en su fachada.
¿Qué significa esto para Moscú o incluso para mi investigación? En este momento, cualquier análisis que pudiera hacer sería una especulación. Sin embargo, puedo decir con seguridad que el cambio no siempre es nuevo y brillante, a veces para construir algo nuevo hay que reforzar primero los cimientos. Por ahora, intento dar un paso atrás y examinar cómo el pasado influye en el presente.