«La forma, el ajuste y la función» se discuten más comúnmente en relación con el diseño de un objeto, o cuando se considera si un proceso es de valor añadido o no.
- Forma: La forma son las características físicas del producto. Incluye aspectos como la forma, el peso, el color, el material, etc.
- Ajuste: Ajuste es la abreviatura de «se ajusta a la aplicación prevista». También puede referirse a si las dimensiones físicas de una pieza encajan en el producto para el que fue diseñada.
- Función: La función es lo que realmente hace el producto.
Los ingenieros prestan mucha atención a la forma, el ajuste y la función de un diseño, ya sea durante su creación inicial o cuando se producen cambios a lo largo del ciclo de vida del producto.
Las empresas con una fuerte cultura de mejora continua tienden a tener más cambios en el diseño del producto que otras, ya que cada persona de la empresa tiende a asumir algunas de las funciones que tradicionalmente desempeñan los ingenieros de fabricación. Específicamente, hacen recomendaciones frecuentes de cambios en el producto y en el proceso para que la producción fluya mejor.
Piense como un ingeniero cuando haga cambios. Observe cómo un nuevo diseño afectará a la forma, el ajuste y la función, y considere lo que esos cambios significarán para el cliente. Por regla general, aunque un cambio facilite un proceso de producción, no puede cambiar la percepción de las 3F a los ojos del cliente.
Por ejemplo, si usted fabrica lavadoras, podría ser más fácil y barato soldar la tapa en su posición. Pero eso haría que las reparaciones en el futuro fueran mucho más caras y difíciles para el típico aficionado al bricolaje. La adecuación del producto a las necesidades del propietario, en concreto el bajo coste de propiedad a lo largo de la vida, se reduce.
La forma, el ajuste y la función son también una buena prueba de fuego para comprobar si un paso del proceso supone un valor añadido o no. Si un paso cambia la forma, el ajuste o la función de un producto, probablemente sea un valor añadido. Apretar un tornillo que mantiene las piezas unidas o aplicar pintura son ejemplos de pasos que cambian la forma, el ajuste o la función. Un cliente valora las 3 F, por lo que se deduce que el paso sería algo por lo que el cliente estaría dispuesto a pagar.
Pero si el paso no cambia las 3 F, es probable que no tenga valor añadido. Puede seguir siendo necesario (por ejemplo, mover piezas desde el muelle de recepción a las áreas de producción), pero sigue sin ser algo que el cliente quiera ver en una factura.