La vida no tiene que ver con la cantidad exacta de altibajos, sino con la suavidad con la que nos movemos entre estos inevitables altibajos.
Una cosa segura en la vida es que tiene altibajos.
Un mito común, sin embargo, es que la felicidad se basa en la cantidad de estos altibajos. La mayoría cree que cuantos más momentos buenos tengan en lugar de malos, más felices serán en general.
Pero esto no es necesariamente cierto. La vida no tiene que ver con la cantidad exacta de altibajos, sino con la suavidad con la que nos movemos entre estos inevitables altibajos.
Las cosas buenas y las cosas malas le ocurren a todo el mundo, pero los individuos que son más felices son los que manejan ambas con facilidad y ecuanimidad.
La ecuanimidad es un estado mental de calma y estabilidad que puede aplicarse a casi cualquier experiencia. Es una perspectiva intermedia entre lo que normalmente vemos como «positivo» o «negativo».
Este estado de estabilidad viene con la percepción de que toda la realidad es, en última instancia, transitoria. Todo está sujeto a cambios de un momento a otro: los pensamientos, las emociones, los hábitos, las metas o las relaciones. No hay casi ninguna faceta de nuestra existencia que sea completamente fija y permanente.
Por lo tanto, lo «bueno» y lo «malo» no definen nuestras vidas, son sólo pequeños fragmentos de un panorama mucho más amplio. Y cultivar esta visión de conjunto nos permite navegar más fácilmente entre lo bueno, lo malo y todo lo que hay en medio.
Reconocer la impermanencia de nuestras vidas nos enseña a no aferrarnos a lo «bueno» ni a huir de lo «malo». Nos enseña a apreciar cada momento por lo que es, porque está ahí por una razón, y no es algo que vaya a durar para siempre.
Así que la próxima vez que te encuentres deprimido, no te sorprendas demasiado, porque sabes que es una parte necesaria de la vida. Y tampoco te preocupes demasiado por ello, porque sabes que acabará cambiando, como todo lo demás.
Y la próxima vez que te encuentres arriba, intenta recordarte que este subidón tampoco va a durar para siempre. Disfrútalo por el momento, pero no vayas a perseguirlo cuando se vaya, porque sabes que acabará cambiando – como todo lo demás.
Comprender los inevitables altibajos en tu vida es un gran punto de partida para construir más ecuanimidad y paz interior. Presta más atención a tu estado de ánimo y descubrirás que hay muchos pequeños altibajos que experimentamos casi a diario.
Es parte de la vida.